A revisar la historia encontramos casos de autoridades que una vez que llegaron al poder, manifestaron que estaban para servir al pueblo que los eligió, pero terminaron “embriagados” por el poder. Pasado el tiempo se convirtieron en dictadores.
Sociólogos consideran que quienes muestran deseo de permanecer en el poder, padecen por el síndrome de Hubris. Tal persona muestra rasgos de narcisismo e irresponsabilidad. Ese mal es muy común en políticos e individuos en posiciones de poder.
Hubris proviene del vocablo griego hybris, que describe al ser humano que muestra soberbia en exceso. El síndrome de Hubris es conocido como enfermedad del poder y dicha patología lleva a perder la perspectiva de la realidad.
El médico y político británico David Owen sustenta que este síndrome causa cambios psicológicos en políticos y personas en posiciones de poder, quienes desarrollan inestabilidad mental.
Los líderes políticos con el síndrome Hubris creen que son capaces de grandes obras, que de ellos se espera grandes hechos, y creen saber demasiado y en todas las circunstancias. Operan más allá de los límites de la moral ordinaria, argumenta Owen.
En tanto que Némesis -que también proviene de la mitología griega- era la diosa encargada de castigar a las personas que sufrían de Hubris, provocando su caída por los actos cometidos.
La humildad es la única vacuna contra el Hubris, y el Papa Francisco lo practica, quien también hizo criticas duras a la ambición de poder en reiteradas oportunidades.
Owen, que también es autor de los libros En la enfermedad y el poder y La Intoxicación, plantea los síntomas psiquiátricos del síndrome Hubris, como la pérdida de contacto con la realidad; imprudencia e impulsividad.
Sugiere que el tratamiento para el Hubris pasa por la pérdida del poder para que quien tiene dicho síndrome se cure, aunque un ejercicio consciente de humildad también ayuda. En ese sentido –afirma-, no hay duda de que el Papa Francisco es una persona que nos da múltiples ejemplos de lo que es luchar contra el Hubris. Rechazar los lujosos aposentos papales y vivir en una habitación de hotel, usar comedores comunales en vez de aislarse comiendo a solas o con algunos escogidos, son algunos de ellos.
La humildad es la única vacuna contra el Hubris. Owen propone que dicho síndrome sea incluido en el manual de diagnóstico psiquiátrico.
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