Los profesionales en primera instancia y los estudiantes de medicina deberían meditar reflexivamente sobre la gravedad y responsabilidad material y espiritual que implica el Juramento Hipocrático, así la interpretación sea por el método gramatical, exegético, literal, sistemático y hasta teológico; lo cardinal es asentir su plena comprensión intelectiva. Juramento es la afirmación solemne en que se apela a una autoridad, empero en este caso es la autoridad moral que reside en la conciencia de cada médico y de todo profesional.
Hoy, como consecuencia de la penalización en el ordenamiento jurídico, que es el fundamento de una Constitución, por eventuales malas prácticas médicas, los médicos, no todos, se niegan a atender a los pacientes, actitud inequívocamente errónea, conducente a su autodestrucción debido a la pérdida de imagen, confianza y prestigio profesional. Es que se puede contender en un conflicto de intereses divergentes sin desatender la labor sagrada e ininterrumpida del respeto a la vida del prójimo, que constituye la esencia del juramento, al cual perjuran y desconocen.
El Juramento de Hipócrates debería rezar: “Yo prometo, con el propósito de proteger el bienestar humano, nunca utilizar mi ciencia para negar asistencia medica al necesitado y dedicar mi vida de médico a la lucha contra la enfermedad, la pobreza, la ignorancia y precisamente utilizar mi ciencia para estar seguro, preparado y prepararme mejor para cada intervención, introduciendo toda mi diligencia y medios idóneos para mitigar y eliminar las enfermedades, sometiéndome, como todos los ciudadanos profesionales, en todas las profesiones a penalizaciones cuando mi accionar decante en negligencia, abandono o impericia en la aplicación de los medios convencionales de encarar una enfermedad o intervención quirúrgica”.
Esta propuesta es inequívocamente pertinente a la evolución actual de la humanidad, con sus adelantos y regresiones, que ensombrecen la creatividad del hombre, por su persecución a su propia destrucción, sin meditar sobre la conservación de la vida sin medir esfuerzo alguno.
Lo precitado significa cometer un acto inmoral y no ético, ya que significaría contribuir directamente al peligro de extinción total de la vida, en la eventualidad de no estar sujeto a penalizaciones por mala práctica e intentar constituirse en un reducto profesional impenetrable.
Si se analiza lo expresado en cuanto a la reforma del Juramento Hipocrático, sea el individuo letrado o no, pero con una imperativa sensibilidad por el valor de la vida, el lector encontrara una razón válida para apoyar los esfuerzos de los médicos honestos de nuestra Patria, para evitar una confrontación. Y todos los actos que acometen los médicos con su ciencia y sus esfuerzos para cumplir estrictamente el juramento hipocrático no pueden quedarse bajo la jurisdicción exclusiva de los médicos, sin que se sometan a eventuales investigaciones.
Las cruzadas contra las enfermedades, la pobreza, desnutrición, contaminación del ambiente, delincuencia y la más terrible y atroz que es la drogadicción son ejemplos de actividades en las cuales las organizaciones de salud, en trabajo cotidiano sin interrupción, por la naturaleza de la vida, se coordinan con los sectores sociales y económicos para proteger el medio ambiente biológico y social. Ello se logra interpretando que la confianza es la creencia en la honradez, lealtad y fiabilidad del otro, y los pacientes confían en sus médicos, como valiosos depositarios de conocimientos profesionales y manejo de instrumentos operacionales.
Las naciones se engrandecen cuando todas sus fuerzas profesionales y laborales se someten a un ordenamiento jurídico, principios dentro los cuales se debe imprescindiblemente actuar, siendo el único conducto hacia la paz.
El autor es abogado corporativo, doctor honoris causa, escritor.
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