Industriales no invierten por inseguridad jurídica

Tal vez como ningún país, el nuestro precisa de inversiones nacionales y extranjeras; pero hay que lamentar que los empresarios nacionales no invierten como muchas veces anunciaron por carencia de garantías que aseguren todo lo que hagan. Igualmente, que se dicte los reglamentos respectivos para que las inversiones foráneas sean ciertas y no estemos, simplemente, al calor de que “Bolivia garantiza cualquier inversión que se haga”. Esa frase nada asegura porque lo que precisa el capital son hechos reales, plasmados en leyes claras y concretas.

Es preciso, por otra parte, que el gobierno tenga la mesura y el cuidado necesario para no desalentar las inversiones mediante declaraciones, muchas veces populistas y demagógicas, contra el capitalismo, aunque el régimen del MAS sea el primero en practicarlo; que no se lance juicios ni criterios que impliquen “posibles estatizaciones o nacionalizaciones”, especialmente si se toma en cuenta lo contrarias que a los intereses nacionales han sido todas las nacionalizaciones de empresas que se han llevado a cabo en el país.

Las inversiones no solamente radican en lo financiero, sino en tecnología y capital humano; es decir, son tres los rubros en los que precisamos se invierta, porque la sola inversión de dinero no garantiza que se haya cumplido con miras a levantar industria y contribuir al desarrollo del país; es preciso que haya tecnología y, especialmente, que capital humano profesional y debidamente experimentado trabaje en el país, no solamente para mover las inversiones y hacerlas productivas, sino para capacitar a nuestros profesionales con las debidas experiencias y, además, entrenar a personal para el manejo de la tecnología. Esos profesionales, una vez cumplidos sus objetivos, dejarían especialistas experimentados y personal técnico capacitado, que sería un gran aporte para el país.

Para los industriales bolivianos no son suficientes las palabras sobre garantías porque son los hechos los que podrían determinar que efectivamente se invierta y se dinamice el trabajo en el país; que las garantías jurídicas sean reales, que los funcionarios del gobierno abandonen sus complejos y la creencia de que “son capaces para todo y que ellos son los mejores”, cuando se sabe que tienen muchas limitaciones. Que esos funcionarios cumplan la parte de deberes y responsabilidades que tienen, actuando con la sindéresis y responsabilidad necesarias, porque se ha comprobado en diversas oportunidades que muchas veces planes muy bien concebidos han fracasado por causa de funcionarios gubernamentales que han actuado en contra de realizaciones muy claras a favor del país.

El gobierno, si realmente cree que la inversión es necesaria, debe actuar con la verdad y sinceridad precisas, con la honestidad y responsabilidad debidas; de otro modo, todo lo que diga quedará en simples palabras, sin contenido alguno y tanto lo foráneo como lo nacional quedarán con la creencia de que “en Bolivia solo hay promesas y planes que no tienen visos de cumplirse”.