Sin duda Bolivia ha producido personalidades destacadas en manifestaciones culturales, intelectuales y artísticas. Lo que acontece es que muchas de ellas no se han dado a conocer o se las desconoce, porque nuestro espectro social y mediático saca solamente al escenario a políticos, generalmente de quinta fila, porque no existen otras categorías, campo en el que aquellas personas con valía prefieren no incursionar.
En el pasado siglo florecieron personas de mucho valor y talento: músicos, pintores, poetas y escritores, cuyos nombres ni siquiera figuran en placas de calles de nuestras ciudades y pueblos, ya que en ellos tienen cabida, en varios casos, políticos o militares sin trascendencia ni valor, pero gozaron del favor político.
Cuando volvía de un viaje, compré un periódico donde leí que había fallecido el arquitecto Juan Carlos Calderón, lo que nos sumió en profunda tristeza, porque hacía poco habíamos conversado con él y pensábamos que era una de esas personas que no debían morir. Después leímos varias referencias de su vida y su actividad de arquitecto magistral. Pero hay una faceta de él que se ha ignorado y a la que nos referiremos ahora.
Es su aporte a la difusión de la música, particularmente de la ópera, en las sesiones mensuales que se da en el Círculo de la Unión, donde se ha venido desarrollando, desde unos diez años atrás, presentaciones de ópera, viniendo a ser el refugio de los amantes del bell canto. Así los melómanos hemos disfrutado de una variedad de óperas con las que nuestra cultura se ha enriquecido, actualizándose no solo en el conocimiento de los compositores, de los grandes virtuosos y directores, así como de los grandes escenarios operísticos, bajo la dirección y selección del Arq. Juan Carlos Calderón y los comentarios introductorios expresados con cabal dominio por Ricardo Estrada.
El Arq. Calderón, con una sencillez propia de los hombres cultos, con su infaltable sonrisa amable nos ha dirigido por la senda de la apreciación de la bella música de la ópera, que es la que traduce con más fidelidad los sentimientos más profundos de los hombres en su trayectoria trágica, dramática o cómica en su paso por la vida, pero expresadas con las melodías y cantos más sublimes, trasuntados en armonías maravillosas de la voz humana y de las orquestas. Y este ha sido un aporte valioso e invalorable de tan ilustre personaje que ha dejado un hueco en la cultura y gusto estético.
Los que seguimos los ciclos de ópera en el Círculo de la Unión extrañaremos la amable acogida y esa sonrisa inefable con que nos daba la bienvenida, antes de apreciar el programa preparado.
Hay que valorar también la valentía con que se ha opuesto a los excesos del poder que está atropellando el contorno urbano de la ciudad de La Paz, principalmente en una conferencia que pronunció a este respecto en uno de los escenarios de cultura de la ciudad, creo que en el Espacio Patiño, a la que, lamentablemente, no pudimos concurrir por esos viajes frecuentes que los alejan de esta urbe.
El Arq. Calderón fue de esas personas inquietas, que brilló como todo constructor, un grande de los últimos que quedaban y que han prestigiado a Bolivia en los ámbitos del país y del extranjero. Una de esas mentes que se fueron dejando la estela de su caballeroso ejemplo y de su cultura ejemplar.
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