2017, año de desaceleración económica

En fríos términos numéricos, en el año que terminó la economía del país ha sufrido un continuo deterioro y ha llegado al punto de una desaceleración que no pudo ser disimulada por las autoridades estatales que, finalmente, aceptaron que el crecimiento solo alcanzó al 3,8 por ciento, nivel muy inferior al de años anteriores.

Pero ese abstracto indicador se revela aún más lamentable si se lo desmenuza en detalle, lo cual permite concluir que el país puede haber ingresado en un remolino de desaceleración contrario al optimismo oficialista que, a cualquier costo, trata de mostrar lo contrario.

Las reservas internacionales se reducen y, además, muestran tendencia a la caída, problema originado en pagos de deuda externa, ajustes operativos y contables relacionados con encaje en moneda extranjera y el Fondo de Protección al Ahorrista, aspectos que se hicieron insuperables. Paralelamente, se registró un descenso del saldo de la deuda que creció con velocidad acelerada, como revela el dato sobre que mientras en 2007 alcanzó a 2.208 millones de dólares, en octubre pasado sobrepasó los 8.900 dólares, hecho que no deja de preocupar, en especial por el ritmo acelerado con que se produce.

A esos aspectos negativos se suma el déficit fiscal que se presentó por cuarto año consecutivo y que se aproxima al 8 por ciento anual. Por si fuera poco, el saldo comercial también fue negativo y bajó en 18 por ciento menos en relación con el año 2016, o sea en 970 millones menos.

El descenso de los precios de los hidrocarburos fue un factor determinante en la desaceleración de la economía, como fue en sentido contrario durante últimos años, cuando su crecimiento produjo una etapa de bonanza nunca conocida en nuestra historia económica, aunque no fue aprovechada. Y no volverá a producirse en muchos años. Para 2018 si bien existen algunas esperanzas en cuanto a alzas de precios internacionales, se prevé que serán muy reducidas.

La economía agrícola pudo haber contribuido al crecimiento, pero su desarrollo es tan bajo, que casi no puede ser tomado en cuenta. Las exportaciones del sector bajaron en valor y volumen. Se exportó 548,98 millones de dólares menos (39%) y el volumen exportado cayó en 1,35 millones de toneladas (37%). El principal producto agrícola de exportación sigue siendo la soya. Semejante panorama ofrece una perspectiva negativa y cuatro años de crisis podrían ser superados con la libre exportación de algunos productos. La extrema pobreza subió del 16,8 al 18,3 por ciento en el año 2016.

En cuanto a la cuestión minera, el panorama no fue mejor. Los precios de minerales si bien tuvieron alguna recuperación, no fueron suficientes por factores internos, como el hecho de que Huanuni pierda más de 7 millones por el juqueo y por los supernumerarios sumas parecidas.

Aspectos que desaceleran la economía son, entre otros, el contrabando, importación oficial de alimentos, gastos innecesarios Exportamos menos e importamos más. Por contrabando el país pierde alrededor de cien millones de dólares. El estado del sector industrial es también negativo. El sector textil alcanzó cifras récord de desaceleración por encima del 42 por ciento, en comparación con 2016. La manufactura de calzado también se derrumba.

En síntesis, la economía crece más lenta y si tiene alguna expansión se mantiene con el consumo y la inversión pública, que se financia con ayudas fiscales y endeudamiento, como tablas de salvación. En todo caso, la economía nacional siguió mismo el ritmo colonial del pasado, dependiendo de los precios internacionales de la exportación de materias primas y no del conjunto de los indicadores señalados.