La noticia de perfil
Al iniciarse el año 2018, la frase Feliz Año Nuevo brota fácilmente de los labios de todo ciudadano hacia el prójimo que se cruza en nuestro camino; la frase tan manida cuanto sincera emerge de nuestro interior, pues todos esperamos que lo nuevo pudiera hacernos más felices.
Eso pensaba yo al abrazar afectuosamente a mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo, respondiendo mi discípula periodística con una primicia, cual es la de saber que en la casa de gobierno no se cambia almanaques en ninguna de las oficinas y dependencias, pues allí se vive la ilusión de que todo comenzó un 22 de enero de 2006, creyendo que de esa manera se detiene el tiempo, ilusión improbable porque el tiempo no se detiene; como todos nosotros Evo va envejeciendo y también sus colaboradores, que siguen pretendiendo que por el hecho de no cambiar calendario Evo sigue siendo el Presidente jovenzuelo de aquel entonces, algo que es imposible.
Sin ánimo de quebrar las ilusiones del Presidente Vitalicio pedí a mi comadre cochabambina que me mostrará algunos de los almanaques que adornan las paredes palaciegas y ella prestamente me enseñó uno de ellos, donde aparece la fotografía de Gabriela Zapata, cuando ésta bailaba en la Entrada del Carnaval de Oruro y Evo también fresco ejecutaba unos saltos parecidos a los de la Diablada de Oruro.
Según mi corresponsal, el presidente Evo Morales ha logrado detener al tiempo y a su vez dejarnos a los demás ciudadanos celebrar cada año nuevo manteniendo al mismo Presidente atado a su silla presidencial, sin que los adeptos al MAS puedan vislumbrar a un reemplazante que en términos futbolísticos se denomina suplente, pues Evo no tiene suplentes, ni siquiera entre sus amigos más cercanos del Movimiento Al Socialismo, quienes deben contentarse con ser embajadores en Cuba, en las Naciones Unidas o en Venezuela.
Por todo lo anteriormente expresado, nos tenemos que contentar con la nueva fórmula de “Año nuevo, Presidente usado”, lo cual algunos bolivianos aceptan resignadamente, per sécula, secularum, amén.
En mi crónica primera de un año que empieza no me queda otra cosa que conformarme diciendo a mis lectores que los años seguirán pasando, pero Evo no pasará.
Feliz año a todos los bolivianos que esperamos contra toda esperanza que Bolivia conozca días mejores y llenos de paz y amor.
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