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[Armando Mariaca]

Es necesario conciliar las conductas y ser positivos


En días más se cumplirán doce años de gobierno del señor Evo Morales y su partido; doce años en que pudo haberse hecho mucho y, contrariamente a la publicidad y la propaganda, se hizo poco aunque se vivió tiempos de bonanza económica como nunca en la historia del país; pero, lo sustantivo deberían ser las relaciones del régimen con la colectividad y con quienes piensan en sentido contrario a lo que ha ocurrido.

Han sido doce años de controversia, de odios, revanchismos y complejos que han dañado a todos y, aunque no se crea, le han creado antagonismos serios a los gobernantes que no han sabido reconocer que, el ser elegidos en las elecciones del año 2005 ha sido para que sirvan y amen al país, lo entiendan y atiendan en todas las urgencias que tiene, que hagan conciencia de las realidades vividas y las políticas de cambio que pregonan partidariamente las apliquen por los lados positivos renunciando a venganzas y odios innecesarios que, en la práctica diaria se han convertido en el veneno que han ingerido los mismos componentes del partido en detrimento de sus propias intenciones.

Conciliar, concordar, acordar conductas acordes con el bien común no deberían ser difíciles y menos imposibles; al contrario, tendrían que ser medios efectivos para arribar a conclusiones ciertas con miras a encontrar los remedios que precisan los diversos problemas y muy especialmente para enfrentar -o siquiera empezar- una lucha frontal contra la extrema pobreza. Cuando subió el MAS y anunció la aplicación de políticas de cambio, el pueblo creía, algo ingenua e inocentemente, que sería para bien y sin discriminaciones ni diferencias de ninguna clase; que los cambios no serían para trocar “quinientos años de injusticias” con hechos y realizaciones positivos, con servicios a las mayorías, con una conducta que haga gestión y una administración honesta, honrada y responsable; pero, poco o nada de esto se cumplió.

Pero las frustraciones se han convertido en esperanza, en creer que, finalmente, el gobierno llegue a concluir en que lo mal hecho podría trocarlo en bien, en beneficio general, pasaron los años y no hubo los cambios y, por el contrario, se acentuaron los odios y deseos revanchistas, de protestas contra los que fueron todos los gobiernos anteriores, de enrostrarle todo a los Estados Unidos como “autor de los males del país”; cambios que se han convertido en enfrentamientos y el surgimiento de sentimientos cada vez más negativos contra parte de la colectividad porque el MAS así lo decidió como si fuera remedio o antídoto contra todos los males pregonados y que se habían sufrido en el pasado.

Los antagonismos que se creó el gobierno y su partido han despertado sentimientos negativos contra ellos por parte de la colectividad que, sintiéndose impotente, en casos ha engrosado algunos cuadros dispersos de una oposición que no es tal y que pretende, tal vez vanamente, hacer frente al gobierno que controla todo poder empezando por el cuasi sojuzgamiento a los militares que son ciegos obedientes del régimen. La situación agrava la indefensión del pueblo no solamente por las malas políticas gubernamentales sino también por la delincuencia, los bajos instintos de asesinar a hombres, mujeres y niños, de violar, robar y sembrar las ciudades de atentados y hechos negativos que nadie puede contener y menos lo hacen los cuadros policiales que esperan, luego de la consumación de cualquier delito, que las víctimas señalen hasta las hojas de vida de los criminales y, en lugar de que ellos acudan inmediatamente ante el pedido de auxilio.

Así los hechos y realidades que no se puede soslayar, lo que corresponde ahora es conciliar sentimientos, criterios y posiciones en aras del país: abandonar las conveniencias mezquinas de la política partidista y de los intereses creados; suspender, por parte del partido de gobierno, todas las acciones que impliquen “sentar la mano” a quienes piensan o sienten diferente y entender que esos “enemigos” son también hijos de esta patria y que todos, conjuntamente, estamos obligados a amarla, honrarla y servirla.

Que los cuadros de oposición (incipiente y desarticulada) que “hacen esto o aquello” o “critican y no aportan nada” o “sólo saben defender sus conveniencias” o viven sostenidos por sus “éxitos pasados” y creen que pueden reeditarlos llegando al poder o, también, que cada uno de sus integrantes cree ser “salvación, irremplazable, intocable y el más seguro vencedor en caso de elecciones” y muchas otras lindezas, que hacen que sea evidente que la oposición política en Bolivia es negativa inclusive para sus propias intenciones porque llegan a estados de soberbia que merece condena. Por su parte, el gobierno que siempre cree “estar en buen camino en bien del país”, debería demostrar sus méritos y actuar en busca de la unidad, del amor por el bien común, de la concordia y la comprensión entre todos, del olvido de odios y complejos, de disponer discrecional y festinatoriamente de los medios financieros y actuar con mesura, sindéresis, honestidad y responsabilidad; sólo así podrá menguar la gravedad de todo el mal que se hizo en doce años.

Es preciso que gobernantes y gobernados entendamos que es posible, actuando con buena fe y conciencia de país, que gobierno y oposición concilien criterios y, en franco acuerdo, cambien conducta y sean positivos.

 
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