ONU alerta sobre hambre en el mundo

Mientras el mundo rico y desarrollado cuenta con excedentes inclusive para extremos hedonistas en muchos de sus grupos sociales, países del Cuarto y Tercer Mundo padecen enfermedades, hambre y extrema pobreza. Desde el año en que se organizó Naciones Unidas, una de sus preocupaciones ha sido el hambre existente en la mayoría de los países; pero un hambre no solamente referida a la carencia de alimentos o a la pésima nutrición de poblaciones que suman más de las dos terceras partes de la humanidad, sino a la carencia de sistemas apropiados de salud, falta de educación y vivienda, ausencia de tecnología y medios para subsistir por sí mismos a esos países que, en su mayoría se han hecho dependientes de la “comprensión y ayuda” de los ricos.

Cuando llegan las festividades de cada fin de año, no solamente los países ricos hacen ostentación de comercializarlo todo bajo la creencia de que la ostentación y la proliferación de regalos hacen la felicidad, un bien que efectivamente llega a los hogares porque implican esas festividades medios de unidad y amor entre todos, pero, cuán fácilmente se olvida que el mundo padece hambre y enfermedades, que diariamente mueren miles de niños por desnutrición y hambre, que hay una especie de repetición de lo que ocurrió en Biafra en los años 60, cuando la pobreza llegó a tales extremos que las madres con hijos recién nacidos esperaban el momento de su muerte porque ellas no contaban con leche en sus flácidos senos para alimentar a esas criaturas.

Naciones Unidas, a través de sus organismos especializados como UNICEF, FAO, PNUD y otras otorga toda la ayuda que sus escasas posibilidades permite y trata, por diferentes medios, de sensibilizar a quienes poseen mucho para que se acuda en socorro de esa población hambrienta y sedienta de justicia, caridad, humanidad y comprensión. Todo lo que se hace hasta por parte de organizaciones privadas resulta insuficiente frente a los grandes cuadros de miseria, hambre y enfermedades.

Lo grave e incomprensible es que son justamente los países más ricos los que destinan grandes fortunas para la fabricación de armas con miras a desencadenar guerras y no disponen lo que deberían para sacar de la extrema pobreza a la mayor parte de la humanidad. Para esas potencias económicas y bélicas lo que cuenta es su soberbia que busca implantar hegemonías en el mundo inclusive con la proliferación de armamento nuclear capaz de destruir al globo terráqueo con solamente el uso de un 5% de ese potencial bélico. Naciones Unidas -organismo al que también pertenecen los países más ricos y mejor armados- por gritos de alarma que lanza, por programas que concibe para cooperar con los pobres o por campañas que realice para disminuir el hambre, poco o nada conseguirá frente a la soberbia de los que más tienen y, por ello, el mundo pobre, el que se debate en mayor pobreza, seguramente se pregunta: ¿Hasta cuándo no habrá amor y comprensión para quienes sufren?