El colonialismo moderno, a diferencia del antiguo, es un sistema económico y político por el cual los países atrasados (precapitalistas) se ven obligados a extraer y exportar materias primas para satisfacer las necesidades industriales de países desarrollados y, al mismo tiempo, quedar sometidos a sutiles imposiciones políticas extranjeras (con la complacencia y complicidad de gobiernos de “izquierda”) engendradas por ese nuevo régimen “extractivista” o de saqueo de las riquezas naturales y servilismo político.
Originalmente ese sistema depredador, nacido durante el Imperio romano, fue evolucionando hasta llegar a la actualidad cuando se hizo más feroz, voraz y opresor y nada menos que a título de “antiimperialismo”, “socialismo del Siglo XXI”, anticolonialismo y otros neologismos.
El colonialismo temprano se limitaba al saqueo de materias primas minerales, pero se amplió al saqueo de recursos agrícolas y poblaciones humanas. Paralela a esa “modernización” del sistema se impuso el dominio colonialista de nuevo cuño mediante tácticas políticas perfeccionadas, diferentes a los rudimentarios del viejo coloniaje.
Sin embargo, no obstante la oposición y los grandes fracasos que sufrió ese viejo coloniaje, el sistema colonial encontró nuevas formas para sobrevivir y, entre otros, encontró los argucias para volver a imponer sus fórmulas de dominación política y saqueo económico.
En efecto, ese neocolonialismo que chocaba con la oposición de gobiernos nacionales, ahora tiene a su favor algunos gobiernos que se prosternan a sus designios y los acatan en forma consciente con sutiles actitudes, aparentes posturas anticoloniales y discursos ambiguos.
Ahora el nuevo colonialismo busca llevarse (o se lleva) no solo minerales (estaño, gas, litio, cobre, etc.) sino también riquezas vegetales y agrícolas (maderas, soya, café, frutas, etc.) para fines industriales desechables que pagamos con divisas-oro que enriquecen a sus favorecidos y acrecientan su poder político.
El interés de los países metropolitanos y el elogio que hacen de los gobiernos cipayos productores de materias primas de las nuevas colonias tienen el objetivo vender sus mercaderías industriales, sabiendo que tenemos abundantes divisas. Es más, el nuevo objetivo es también dar muerte a la agricultura nativa para que también compremos alimentos con las divisas producto de la venta de las materias primas en general de exportación. Se trata, pues, de un doble saqueo colonial., completado con un libre comercio ilimitado, arma secreta de la expansión de la esclavitud colonial, ya sea china, alemana, americana.
Alentando esa voracidad el neocolonialismo solo puede existir gracias a gobiernos populistas cipayos con el agravante de imponer a la nueva colonia regímenes políticos con calidad de títeres a los que inducen a la dictadura, la fórmula ideal para garantizar las nuevas formas de saqueo y opresión. Se contentan con regalitos y chucherías que nada resuelven y olvidan que hay que acabar la esclavitud colonial.
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