Las exportaciones de origen agropecuario hasta septiembre del año 2017 registraron una disminución notable del 39,45 por ciento en relación con las exportaciones de 2016. Esa caída significó para la economía nacional una baja de ingresos equivalente a 548,98 millones de dólares, según la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO). Tal fenómeno de desaceleración económica es atribuido a la caída de los precios internacionales de soya, sorgo y otros, así como a cambios climáticos, según hizo conocer el presidente de la CAO, Fredy Suárez, quien, sin embargo, espera una recuperación en el nuevo año por la liberación de exportaciones de soya, sorgo, carne y azúcar, aprobada en diciembre pasado con el fin de contribuir a que en 2018 el PIB nacional llegue a más del 3,8 por ciento registrado el año pasado.
Pero en 2017 no solo tuvieron caídas las exportaciones, sino también se redujo el volumen de la producción, referencia general que se confirma, según información del presidente de la CAO, quien indica que a septiembre del año pasado el acumulado fue de 37,30 por ciento menor que el mismo período del año 2016, con poca tendencia a esperar mayor volumen. La CAO atribuye ese decrecimiento a la reducción de las ventas de productos agropecuarios al exterior, en particular soya, producto que abarca el 45 por ciento en el total de las exportaciones, siguiéndole la exportación de aceite de soya (25%), semillas de chía (40%), y el resto con exportación de arroz, sorgo, algodón, y otros.
Mientras en la región oriental se produjeron esos resultados, la producción agropecuaria en las zonas interandina valles continuó estancada o en descenso, por causa de problemas climáticos, pero, además, con tendencia a la baja, en especial debido a aspectos no resueltos de economía agraria, como la intensa competencia a la producción indígena, originada en el contrabando; las importaciones masivas de alimentos por parte del Estado y firmas privadas; el libre comercio con naciones vecinas y ultramarinas; problemas de propiedad de la tierra, regreso a formas de producción preincaicas y medievales, etc.
En líneas generales se observa que mientras la producción agropecuaria oriental tiene peso significativo en la economía nacional, la de la zona andina tiende a estancarse. El Ingenio de San Buenaventura producirá solo el diez por ciento de su capacidad, pues para llegar al nivel del 100 por ciento se deberá llegar a cultivar unas diez mil hectáreas de caña, mientras al presente se cultiva alrededor de mil. Entre tanto, el cultivo de café en La Paz se mantiene invariable debido a la preferencia en el cultivo de coca, aunque las exportaciones se redujeron de 110 mil sacos a 75 mil en dos últimos años por la caída del precio internacional.
La economía agropecuaria nacional es aún muy inferior a la de los hidrocarburos, tanto que el gobierno admitió que el país continúa dependiendo de la producción y exportación de gas y que este nuevo año deberá diversificar cuatro “pilares” económicos, en particular la agricultura, rubro en el que Bolivia “tiene mucha esperanza”.
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