COMUNICABILIDADES
Eduardo Pérez Iribarne (con sus luces y sombras) era “todo” menos “invisible”, debido a la notoriedad que alcanzó en los medios de comunicación.
El padre Pérez se despidió (hace unos días) de las pantallas, de los micrófonos y de la audiencia luego de una prolífica carrera mediática.
Yo lo escuchaba cuando estaba en colegio. Desde entonces lo admiraba por la lucidez mental que desplegaba frente a los micrófonos o frente a las cámaras de TV.
Lo admiraba por los conocimientos enciclopédicos que parecía tener, por el carisma innato con el que seducía a la audiencia.
Era raro ver a un sacerdote oficiando la misa de los domingos con humildad y el resto de la semana despotricando elegantemente desde el púlpito de radio Fides contra los políticos y autoridades de gobierno.
En el año 1999 tuve la ocasión de trabajar brevemente en Radio Fides, y pude ver de cerca al hombre que inspiró a tantos comunicadores. Era cálido, sencillo, tenía un aura de introspección y meditación permanente.
Al igual que muchos grandes comunicadores, el padre Pérez se transformaba cuando estaba frente a los micrófonos o frente a las cámaras. Se encendía, dejaba la sotana y se vestía de “líder de opinión”, se convertía en un influencer de mucho peso, al que había que escuchar.
Entristece y preocupa la despedida del hombre “visible” porque con él desaparece una “voz crítica” ante el poder político. Cada vez hay menos voces contestatarias y más voces alineadas, lo que resaltará más la ausencia de este brillante jesuita.
La comunicación le debe mucho al padre Pérez, por eso desde esta columna le digo: ¡gracias y que Dios lo bendiga siempre!
(*) Director ejecutivo de Xperticia. Empresa de Capacitación y Asesoramiento en Comunicación. (Sigue a Gabriel Astorga y Xperticia en Facebook)