Causa extrañeza y preocupación en la colectividad que la autopista La Paz-El Alto se encuentre en malas condiciones y, conforme se ven las obras, parecería que no hay visos de que la reparación o rehabilitación tarde poco; los trabajos llevan mucho tiempo y aunque no se los da a conocer, los gastos deben ser elevados. Solo se sabe de la habilitación de una parte para el paso del Dakar.
Los perjuicios que ocasiona la no conclusión de esta vía son grandes: no hay suficiente iluminación por las noches, los vehículos que transitan por ella corren riesgos porque no hay óptima señalización y la oscuridad no permite un tránsito normal; los escombros están por todo lado y se nota descuido. Hace poco hubo informaciones en sentido de que “prontamente sería puesta al servicio público”, pero los hechos confirman que esa re-inauguración tardará aún mucho tiempo.
El gobierno se ha empeñado en ampliar esta vía, darle mayor funcionalidad, conseguir que el flujo de vehículos sea más rápido y seguro, que la iluminación sea acorde con las necesidades, que mallas de seguridad y otras previsiones sean efectivas; pero parecería que la empresa que está encargada de reconstruir la vía no se ha percatado de los planes originales. Serían necesarios informes sobre cuál es la realidad de la contratación de los empresarios constructores, saber de presupuestos, costos, etc. a más de contarse con informes pormenorizados para concluir en la fijación de un plazo cierto para concluir las obras.
El caso de la autopista La Paz-El Alto es prueba de la necesidad que hay de restablecer la institucionalidad en el país, una condición que determina y exige que para la realización de cualquier obra hayan licitaciones públicas sujetas a reglas muy estrictas y que entre los proponentes se escoja a la que mejores condiciones cumple y, sobre todo, garantice que las obras que vaya a realizar estén debidamente hechas y no impliquen que haya que reparar tramos con mucha frecuencia.
Los peligros que enfrentan quienes utilizan esta vía en las noches son grandes, especialmente por insuficiencia en cuanto a señalizaciones e iluminación. Quienes autorizan el “uso libre” deberían considerar la existencia de fallas que deben ser reparadas y, en todo caso, dar seguridades ciertas a los usuarios; de otro modo, la posibilidad de vuelcos, choques y otras desgracias se hacen permanentes. Si no es posible colocar señales e iluminar todo el recorrido, sería preferible prohibir el uso de esta vía cuya conclusión debería ser acelerada.
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