Con los auspicios del Ministerio de Culturas y Turismo, el poeta tarijeño Marcelo Arduz Ruiz presentó en la ciudad de La Paz la reedición de su poemario “La tierra en uno”, galardonado en 1983 con el primer premio internacional de poesía Jaén, en Andalucía. Seguidamente, las palabras pronunciadas por el Embajador de España, don Enrique Ojeda Vila...
Hace unas pocas semanas tuve la oportunidad de visitar Tarija, y en el viaje cometí el imperdonable error de olvidar llevar un libro para la lectura. Por suerte, a un acto previsto en esa ciudad acudió Marcelo Arduz Ruiz, quien me obsequió un ejemplar de la nueva edición de su poemario “La tierra en uno” (Madrid, 1985). Así, durante los tres días que allí pasé, durante el día pude visitar los espacios físicos de la ciudad y alrededores, y por la no-che leer los poemas tan profundos y fantásticos del escritor tarijeño.
Como ciudadano español y especialmente ciudadano de Sevilla y Andalucía, pude apreciar que no por nada en aquellos valles a esta ciudad se la conoce como “la perla andaluz de Bolivia”, sintiéndome identificado con los paisajes que contemplaba, la gente que conocía y, por supuesto, con el Guadalquivir, ese río que para tarijeños y andaluces más que un accidente geográfico, es una señal de nuestra identidad.
En Andalucía, este río representa nuestro ser, nuestra esencia, por la riqueza que nos ha dado, pues fenicios, griegos, romanos, cartagineses, árabes, visigodos llegaron a establecerse en las riberas de ese río, que también fue puerta de entrada y salida hacia América.
Sevilla durante más de tres siglos, centralizó el comercio y los viajes hacia América, por eso nuestra tierra guarda esos vínculos fundamentales con América Latina, y en especial con Bolivia y Tarija.
Como amante de la buena literatura, para mí siempre es grato leer, valorar y rendirme ante la belleza del mundo poético. Para aquellos que ven una eterna disputa entre la poesía de la experiencia y la poesía del sentimiento, yo pienso que estos versos consiguen una amalgama perfecta, con particular énfasis de inocencia y profundidad.
En los versos del uno y el “otro” Guadalquivir; el poeta cuenta el tránsito de seres humanos y culturas que van y vienen, pero el río permanece tanto en Tarija como en Andalucía, y todo el tiempo sigue pregonando la permanencia de la madre Tierra y al mismo tiempo la fugacidad de los pasos del ser humano.
Si como lector, uno cree ver y descubrir ciertas afinidades con poetas de otras latitudes , yo no puedo dejar de mencionar que en ám-bitos del Mediterráneo y los viajes, algunos de sus poemas me recuerdan al poeta griego Cavafis, por la conexión con la mitología, la leyenda y la historia, y ante todo, la búsqueda de lo que somos en esos viajes internos y externos, que al final nos conducen a nuestra Ítaca interior.
Por la conexión que logra establecer a través del río Guadalquivir, es que el poeta en su tránsito por los paisajes y parajes de Tarija alcanza cimas fantásticas de calidad, lo mismo en Bolivia que en España y Europa...
En definitiva, creo que a través de Tarija, la poesía y el río Guadalquivir, el poeta ha sabido desentrañar la esencia de la poesía, al ex-presar nuestras dudas, emociones y sentimientos; al preguntarse quienes somos y hacia dónde vamos; y al final como seres falibles, indagar para qué nos hallamos en este transitar por el mundo.
Considero que Marcelo Arduz Ruiz plantea una belleza estupenda, fantástica y personal, y ha logrado escribir poesía en letras mayúsculas, por esto mismo estoy seguro que estos poemas conservan hoy mismo la vitalidad que tenían hace más de treintena de años, cuando por primera vez se difundieron en España...
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