Hace 209 años que La Paz dio su primer grito de independencia, abriéndose un nuevo cielo que hizo soñar a nuestros antepasados, quienes seguramente imaginaron una nación verdaderamente soberana y dueña de sus decisiones. Pero otro destino le deparaba a La Paz. El tiempo y las circunstancias le plantearon nuevos desafíos, como ser crisol de la bolivianidad, centro de las decisiones políticas y casi siempre, su mano fraterna tuvo que partir el pan para alimentar a sus hermanos menores en pasados años. Así, el desarrollo de otros departamentos se hizo realidad a costa de la renuncia y postergación de los anhelos paceños.
Pese a ser la capital política del país, no tuvo la suerte de tener gobernantes identificados con La Paz, con algunas excepciones. Muchos oriundos del interior, respondieron a las presiones regionales y los recursos fiscales generados en La Paz fueron generosamente distribuidos entre otros departamentos, en desmedro de su propio desarrollo. Hoy el departamento de La Paz tiene 20 provincias, 85 municipios y 272 cantones que en mayor o menor medida sufren el atraso de esos casi dos siglos de estancamiento. La más sentida dependencia es la alimentación, ya que se produce menos del 30% de lo que consumimos, es decir, el mercado principal de los alimentos producidos en otros departamentos o importados de Perú, Chile y Argentina.
Pero la mayor dependencia se debe a la insuficiente vertebración caminera del departamento de La Paz. Basta con cuantificar los kilómetros de carretera asfaltada que se han construido desde los últimos años 40 años, que no llegan a 150, ya que solo podríamos mencionar Cotapata-Santa Bárbara, la carretera más cara del mundo. Paralelamente en el oriente y valle se construyó más de 1.300 kilómetros, integrando cinco departamentos. Allí no terminó el sometimiento, ya que los programas de energía y agua potable aún no abastecen a la metrópoli La Paz, a El Alto, Laja, Viacha, Achocalla y muchos menos a nuestras provincias, municipios y comunidades rurales, donde no conocen las condiciones mínimas de salud y donde no existen sistemas de alcantarillado y se sigue usando los mecheros y pozos.
Consecuentemente, sin producción, ni caminos, ni agua, ni energía, realmente La Paz se ha convertido en el departamento más dependiente que solo vive del comercio y los servicios. Por esta razón, cualquier mínimo bloqueo de carreteras, asfixia a las familias paceñas, profundizando el desarrollo económico, social y ambiental en el que yace. Sus recursos naturales que estaban desaprovechados, pasaron a ser sobreexplotados, como el caso de los bosques.
Lo mismo sucede con la región de los Yungas, antes de 2006 era hermosa tierra frutal, ahora convertida en enormes sembradíos de coca en cerros y patios de modestas casas con lujosas vehículos en sus puertas. Estas tierras están siendo laceradas por los cultivos de coca que degradan los suelos, eliminan los ojos de agua y merman la capacidad de desarrollo de otros cultivos aledaños. Esta acción depredadora está cambiando el paisaje y escenario subtropical y amazónico en polígonos crecientes de erosión y desgarrador deterioro ambiental parecido a los desiertos africanos.
No son reparados los daños ni cuantificadas las pérdidas, solo sabemos que en 60 años no existirá bosque en el departamento de La Paz, al ritmo que se permite la explotación a cargo de contrabandistas madereros y los avasallantes cultivos de coca y otras drogas. Para terminar, no debemos olvidar la postergación de la exploración petrolera a sabiendas de la existencia de reservas de petróleo y gas en el altiplano y norte paceño.
En suma, el progreso de La Paz no ha sido tomado en cuenta en los planes gubernamentales, no obstante que La Paz llevó al poder a Evo Morales.
Ref: Libro “Las provincias de La Paz”, del autor.
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