Feminicidio, delito denigrante

Es denigrante para el país y sus habitantes que el feminicidio -asesinato de mujeres- se haya convertido en “el delito de mayor prevalencia”, atendido por la Fiscalía Especializada en Atención a Víctimas de Atención Prioritaria (Fevap) en el 2017.

De acuerdo con los datos disponibles, tanto oficiales como periodísticos, se asesinó a 111 mujeres en Bolivia en la gestión pasado, con la que se duplica el mismo delito cometido en otros países que igualmente tienen el infortunio de contar con los autores de este infame delito, como son Chile y España.

Ante esta amarga realidad social, se pone en evidencia que ni la legislación ni la acción policial son suficientes para impedir que se incurra en este cobarde delito entre los bolivianos. Aunque existen razones explicables para que en el país no exista la pena de muerte, según mi simple comprensión humanitaria se la debería considerar para los casos de feminicidio, pese a que ya en nada repara el monstruoso delito. Pero siquiera puede quedar como escarmiento para otros que tengan similar instinto.

Los varones de todo el mundo deben ver a las mujeres, en todo tiempo y espacio, como réplicas de las madres que nos trajeron a este mundo, a veces inclusive con muchas penurias.

Una autoridad sostuvo que el feminicidio se basa en el odio, pero ni así es tolerable. Aquel que está embargado por este sentimiento no tiene razón de existir y no debería recurrir a una víctima para desahogarse de su propia enajenación.

Resulta vergonzoso que en Bolivia los feminicidios estén en aumento, de acuerdo con las estadística de 2016 y 2017. Este tipo de crimen emerge de la violencia que prevalece básicamente en muchos hogares.

La Fiscalía General del Estado informó que en 2017 fueron denunciados 29.509 casos de violencia familiar y doméstica, por lo que el promedio diario de los mismos ascendería a 81 casos, lo que es una monstruosidad.

De esta manera, las mujeres en el país, sean de la tercera edad, adultas, jóvenes, adolescentes e incluso niñas, viven en hogares donde se practica la violencia contra ellas, no siempre hasta el extremo de matarlas, pero con un clima de tal naturaleza que es ingrato y repudiable, desde todo punto de vista.

Un diario colega realizó el catálogo de estos casos, estableciendo que 41 han sido estranguladas o asfixiadas, a 21 las mataron con puñaladas, 7 perdieron la vida por disparos de armas de fuego, 6 han sido degolladas, a 3 las arrojaron desde alturas, a dos las quemaron vivas y una fue envenenada por su pareja. Pero sucedió también que a 12 las violaron antes de matarlas o cuando estaban ya muertas.

Alcanzó también a determinar que los departamentos del país con mayor cantidad de feminicidios son: Cochabamba, 29; La Paz, 28; Santa Cruz, 17. Consiguientemente, en los tres principales departamentos de Bolivia se registró el total de 65 feminicidios, o sea, hay que repetirlo, asesinatos de mujeres. Les siguen Chuquisaca con 10, Oruro 8, Tarija 8 y Potosí 6. En el único departamento donde no hubo asesinatos de mujeres fue en Pando, en hora buena.