Parte II
En la segunda parte de mis comentarios sobre la reciente publicación “Litio” de la Fundación Jubileo, me toca ahora hablar acerca de la “Introducción” de la misma.
Empiezo con una anotación que realiza sobre el rol perjudicial que tendría el magnesio en el proceso de recuperación del litio por cuanto aumentaría los costos operativos disminuyendo “la calidad del producto en sus primeras fases” (pág. 4).
Aquí se repite el discurso de la ex GNRE en relación con el procesamiento clásico de salmueras con piscinas de evaporación solar que sólo demuestra la incapacidad de los responsables de la citada empresa estatal para descubrir nada. Como he manifestado en ocasiones anteriores, Bolivia ha centrado su atención en la costosa construcción de piscinas de evaporación solar de hectáreas de extensión, sin tener en cuenta que este sistema es “recomendado para lugares donde prácticamente no llueve, como el salar de Atacama (Chile), donde la tasa de evaporación es más del doble que en Uyuni” (Véase mi entrevista con la Agencia EFE publicada por un matutino local). Al respecto, y en clara contradicción con el uso de la tecnología inapropiada para Bolivia, los responsables de la publicación de Jubileo solamente se limitan a decir que “el cambio climático tiende a hacer que las lluvias se queden más tiempo en la zona obstaculizando el trabajo de las piscinas de evaporación” (pág. 4), sin proponer nada a cambio.
Como el folleto de Jubileo no considera otros sistemas de extracción de litio que van más allá del uso de piscinas de evaporación solar, pasa por alto, por ejemplo, la posibilidad de avanzar hacia sistemas de evaporación térmica (aprovechando las reservas de gas natural del país) para acelerar los procesos de precipitación de las sales; sistemas de desalinización basados en el uso de membranas y filtros de última generación que permitirían no solamente la separación del litio y el magnesio del resto de los minerales contenidos en la salmuera sino también su recuperación con altos niveles de pureza, a tiempo de generar agua como biproducto; o sistemas basados en reacciones químicas, tales como los desarrollados por la firma coreana Posco, que facilitarían la extracción directa de hidróxido de litio e incluso material catódico del metal para baterías de iones de litio, dejando al carbonato de litio como biproducto de todo el proceso.
En este sentido, los editores de Jubileo mostrarían un desconocimiento total de las posibilidades de industrialización del magnesio, el metal estructural más fuerte y liviano de la tierra, considerado como el principal sustituto del acero, con inconmensurables aplicaciones en el campo de la electromobilidad. En la citada entrevista con la Agencia EFE ya sostuve que el “valor del magnesio en el Salar de Uyuni podría ser incluso superior al del litio” en el futuro y que no sería mala idea “cambiar el chip” para pensar en que “Bolivia se ocupe de entrada en el desarrollo del magnesio como recurso principal y del litio, como secundario”, algo que implicará un trabajo adicional porque se requeriría de mucha energía.
Luego se refieren al potasio, indicando que, a diferencia del magnesio, no es dañino porque puede ser producido “sin interferir con la recuperación del litio” (pág. 4), añadiendo que “es apetecido por la gran agricultura de países vecinos y que, por el volumen en que se encuentra en el salar, su explotación puede ser la operación que cubra todos los costos del proceso” (pág. 4). Sobre este punto, si bien todo el mundo sabe que el cloruro de potasio es el primer biproducto obtenido en el proceso clásico de extracción de litio a partir de salmueras (inaplicable a Bolivia), no resulta tan claro si la gran agricultura de los países vecinos demandará (sin más ni por qué) el compuesto producido por YLB y mucho menos que esta operación cubrirá “todos los costos del proceso” (pág. 4). ¿Por qué? Pues, sucede que la Introducción del folleto de Jubileo se olvida de que a pocos kilómetros de Llipi Llipi, al otro lado de la frontera occidental boliviana se encuentra la Sociedad Química y Minera (SQM) S.A. de Chile, la operación de litio más grande de Sudamérica, que además produce alrededor de 2 millones de toneladas de productos potásicos al año, dominados por el cloruro de potasio, cuyos precios, según el Banco Mundial, estarían confrontando casi una caída libre desde al menos el 2015, situándose a fines del año pasado en apenas $us.220 la tonelada, es decir el 0.88% del precio del carbonato de litio en el mercado “spot” de China en estos momentos ($us.25.000). En estas circunstancias, parece de lo más extraño que la citada publicación se atreva a afirmar que la explotación de potasio en el Salar de Uyuni podría cubrir “todos los costos del proceso” (pág. 4).
Continuará…
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