Recuerdos del presente
Marcello Mastroinani cuenta en un libro con apuntes de su vida de actor que en una de las primeras películas que protagonizó le había tocado pasar por un pequeño pueblo del sur de Italia, del “meridione”. Había frenado en la placita y, sin bajar del auto había preguntado a un viejo que fumaba su mal humor sentado en una banqueta: “Senta, ¿ché paese é questo? (Oiga, qué pueblo es este). Y que el viejo le contestó, mirando sólo el humo del cigarrillo: “Questo é un paese di merda”.
Y cuenta Marcello que a raíz de esa escena, siempre que llegaba a Buenos Aires y veía en el aeropuerto, entre tanta gente, a su amigo Oswaldo Soriano, que siempre iba a esperarlo, le gritaba, con su famoso vozarrón, aquella vieja pregunta: “Senta, ¿ché paese é questo?” La respuesta de Soriano, también a grito pelado, era la del viejito de la película: “Questo é un paese di merda”. Y los dos amigos reían.
Ahora, Donald Trump propone usar la definición de “país de mierda” para aludir a algunos países pobres de los que Estados Unidos no querría recibir inmigrantes. Lo dijo a propósito de Haití, El Salvador y algunos africanos que no mencionó. Y todos nos sentimos aludidos, todos los que vivimos al sur del Río Grande.
La burocracia del FMI eludió esta incómoda definición para los países pobres y propuso, hará unos cincuenta años, llamarlos países “subdesarrollados”, algo que se usó durante varias décadas. En el mundo había países desarrollados y países subdesarrollados, sin entrar en detalles de olores.
Hasta que algunos nuevos burócratas observaron que la vieja definición era estática, que no dejaba espacio para la esperanza. Y acuñaron la definición esperanzadora: “países en vías de desarrollo”. Un poco más larga la definición en comparación con la brutal que propone Trump.
A propósito de esta definición, cuando llegué a Londres en el año 1980 estaba de moda el chiste de que Inglaterra era un país “en vías de subdesarrollo”, que estaba yendo hacia atrás. Lo que da la idea de que todo esto es un sube-y-baja, que nada es definitivo, y que un país desarrollado puede llegar a ser pobre, y aproximarse a ser un país de mierda.
Sólo necesita tener gobernantes de mierda.
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