Una revisión a la historia de la humanidad nos permite ver que en este largo período se puede distinguir cuatro grandes sistemas económicos, cada uno con particularidades especiales: el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo.
Karl Marx predijo el final del capitalismo y se equivocó. El comunismo se derrumba y el capitalismo se desarrolla con la innovación. La obra maestra de Karl Marx: “El capital” estará siempre entre las obras económicas más importantes.
El sistema socialista experimentó un fracaso luego de la caída del Muro de Berlín y la Perestroika en lo que antes era la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Este sistema -que tiene como protagonista único al Estado- apareció en los primeros años del Siglo XX, en el este de Europa y, más tarde, en China y Cuba. En el socialismo, el Estado es el responsable de planificar toda la producción y establecer la forma de distribuir los ingresos y la riqueza del país. La reducida eficiencia y las restricciones a los derechos humanos fueron los factores que lo llevaron al fracaso a fines de los años 80 del siglo pasado. Tenemos manifestaciones socialistas cuando los países ponen en práctica servicios públicos de salud, educación, pensiones y otras propias de este sistema.
En países como Alemania, Estados Unidos de Norteamérica y Japón, el gasto público está entre el 44 y el 35,5 por ciento del PIB, lo que muestra que la iniciativa privada es importante, pero no la única.
Antes de hablar de las particularidades que tiene el capitalismo, tal vez sea necesario recordar al economista Paul Samuelson, para quien la economía debe responder a tres grandes preguntas básicas: qué bienes producir, cómo producir (los bienes y servicios) y para quiénes los producimos. Los cuatro sistemas económicos ya mencionados buscaron, a su manera, responder a estas preguntas en el tiempo.
Pero, ¿qué caracteriza al sistema económico capitalista ante otros sistemas? Como lo señaló Karl Polanyi, lo que distingue al capitalismo es que llega a mercantilizar casi todo, creando una sociedad de mercado, pues ahora nuestra vida gira alrededor del mercado.
El capitalismo convirtió en mercancía la fuerza laboral, los recursos naturales y el dinero, pese a que ninguno fue creado con esta finalidad. Este sistema económico hizo posible que se pueda comprar en el mercado el trabajo humano, los recursos naturales y el dinero, para luego utilizarlos en la producción de los bienes y servicios que cree que necesita la población.
Entre las innegables virtudes del sistema económico capitalista se puede mencionar: la búsqueda de satisfacción de las necesidades de las personas (la demanda del mercado) lleva a producir bienes y servicios; los inversores buscan el máximo beneficio, hacen los mayores esfuerzos para obtener la máxima eficiencia y el menor desperdicio posible; el mayor beneficio es uno de los mayores incentivos para la innovación y creatividad, como lo señalaba la teoría Schumpeteriana, esta teoría da a la innovación del empresario, el desarrollo.
Entre los defectos del sistema capitalista se puede mencionar que: no se satisface todas las necesidades de toda población, porque el afán de lucro que persigue el dueño del capital no siempre está orientado a atender los requerimientos de la población sino a satisfacer las necesidades del inversor; el capitalista no siempre busca la mayor eficiencia, pues se tienen casos comprobados de un gran despilfarro de los recursos naturales.
El mundo ha evolucionado, ya han pasado atrás las ideologías, el gran desafío actual es el conocimiento, la innovación y la tecnología.
La nueva revolución industrial será generada por los teléfonos inteligentes; las impresoras 3D, los drones; la nueva energía; el Internet interconectado; robots e inteligencia artificial, entre otros desarrollos tecnológicos.
El autor es Economista, licenciado en la UMSA, con Post Grado; Doctorado Ph.D en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador de Argentina y Académico de Número de la ABCE (Academia Boliviana de Ciencias Económicas).
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