Mucho se comenta sobre que los seres humanos somos campeones en involucrarnos en problemas y peleas por un “quítame allá esas pajas” e inclusive por cualquier situación baladí. Digamos, pues, que la vivencia humana está plagada de infinidad de circunstancias complejas en torno a estos hechos, ya que, por ejemplo, hubo guerras entre estados por sólo un insulto, el rapto de una bella mujer (Helena, en la mitología griega), el robo de un collar nupcial, por un cubo, o haberle tirado la barba a alguien, por una palabra, una oreja, y por supuesto más por las ambiciones desmedidas, etc., y hasta por el fútbol. Así lo refieren nuestras crónicas de la historia.
Como se podrá apreciar, eso de buscar, y hasta “crear”, conflictos pareciera ser innato a la misma esencia del hombre. No en vano también se dice que el hombre es lobo del hombre. La Primera Guerra Mundial se produjo por el asesinato de un archiduque -heredero del trono austro-húngaro, en 1914- cometido por un serbio, lo que motivó que se incluya por primera vez a países geográficamente bastante alejados del foco detonante. En tanto que la Segunda Guerra Mundial fue por la invasión alemana a Polonia, en 1939, que tuvo como respuesta la declaración bélica del Reino Unido y Francia, dando inicio a esa conflagración.
Aseveran que Dios creó el mundo en un perfecto equilibrio, pero que es el propio ser humano quien altera todo ello con sus insanas actitudes, y es así que dentro de esta lógica surgen las “izquierdas” y “derechas”, las que en los últimos tiempos van distanciando, para mal, a unos y otros. De acuerdo con el diccionario, entre los sinónimos de izquierda figuran “siniestra” y zurda, mientras que de derecha son “diestra”, justo, razonable, y otros. Sobre “izquierdo” se da cuenta que “está en la mitad longitudinal del cuerpo humano donde se sitúa el corazón”, en tanto que en torno a “derecho” se señala “recto, que no se tuerce a los lados, erguido, que está o queda del lado opuesto del corazón”. Tenemos una mano, brazo, pie, hombro, pierna derechas, e izquierdas. Somos un todo, porque todos nuestros órganos se complementan, digamos que se ayudan, y que el uno al otro se hacen necesarios. Y sin embargo, esto, en política, o “politiquería”, tiene marcadas concepciones distintas, dando cuenta una explicación que “las nociones de derecha e izquierda implícitamente conllevan una oposición en política que a partir de los sucesos de 1789 en Francia, se extendió a gran parte de los sistemas políticos del mundo entero. La evolución y las particularidades de esta bipolarización en líneas generales enfrentan y oponen: los valores de autoridad, identidad nacional, orden, seguridad, tradición y conservadurismo (derecha política), por un lado; con los valores de progreso, igualdad jurídica, respeto a lo nacional y autóctono, solidaridad, insubordinación y reformismo (izquierda política), por otro lado.
Como fuere, hoy, ya gran parte de nuestra gente entiende que las izquierdas y las derechas en el país ya no representan y expresan las reales necesidades de todo el conjunto, donde bien se dice que no interpretan las verdaderas insuficiencias de justicia y paz social de todos los conglomerados de la sociedad, y simplemente vienen a significar un manejo discrecional y abusivo de esa terminología, a cargo de astutos operadores o en todo caso “animales políticos”. Claro que hay mucho más que decir al respecto ya que nadie es dueño de la verdad, existiendo por el contrario teorías mil sobre el particular, y sin embargo, da la impresión que en estas latitudes, y en otras, ya hace rato que las derechas e izquierdas cavaron su propia fosa. La pregunta es: ¿algún día podremos ser un todo?
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