El tata Bazán

La protesta de organizaciones sociales y de la sociedad civil de las urbes en nuestro país, pidiendo al gobierno la derogatoria de la Ley del Sistema Penal por considerarla un instrumento de dictadura, así como el respeto a la voluntad popular expresada en el referéndum del 21 de febrero de 2016, con paros convocados por los comités cívicos y que tuvieron una categórica respuesta ciudadana en las ciudades de Santa Cruz y Cochabamba, ha despertado el asombro, pues en esta última ciudad tuvo como uno de sus actores a un sacerdote muy estimado por su comunidad, el “tata” Marcelo Bazán, quien sacó una mesa con las figuras de Cristo y la Virgen y un rosario en la mano, adhiriéndose al paro cívico de los ciudadanos de esa ciudad.

La conducta de ese sacerdote provocó la atención de los medios de comunicación que lo entrevistaron, así como el apoyo de ciudadanos que creen en la libertad y la democracia, y de algunos oficialistas rentados que censuraron esa conducta a través de los medios informáticos. El entrevistado ratificó su condición de ser un ciudadano como cualquier otro, y en esa condición se adhirió al paro, además remarcó que allá donde estén sus “hijos”, estará él, en referencia a sus vecinos y creyentes cristianos, pues como pastor tiene que velar por sus ovejas, para salvarlas del pecado y la perdición. Pero esa labor encomiable de entregar la vida para servir a los demás, de ninguna manera debe recluirse a la sacristía, como pretende el Vicepresidente del Estado Plurinacional en sus proclamas a la guerra y el enfrentamiento.

Jesucristo, considerado la más grande figura del drama humano (Vaz de Mello), en su vida terrena estuvo permanentemente en contacto con la gente, predicando y enseñando su doctrina de amor al prójimo, y echando a chicotazos a los mercaderes de las puertas del templo, no solo orando a Dios, sino actuando en la vida cotidiana como ser humano.

El “tata” Bazán dijo en una de las entrevistas televisivas que él quisiera que los bolivianos seamos y actuemos como: “un solo boliviano con un solo corazón”, es decir unidos para resolver nuestros problemas, con una voluntad de apertura y tolerancia al prójimo para escucharlo y comprenderlo, y no en esa política de odio y confrontación, que desde hace doce años impulsa el gobierno del cambio (¿).

No debemos olvidar que otros sacerdotes entregaron su vida en defensa de las libertades y democracia, y que en Latinoamérica han tomado las armas algunos curas guerrilleros y otros, como el obispo Romero, fueron asesinados por identificarse con las demandas del pueblo, del verdadero pueblo, no como de algunos que se arrogan la representación del pueblo, como los del Conalcam para avalar las políticas equivocadas del grupo gobernante.

La Iglesia Cristiana Católica y sus sacerdotes y pastores no están en el cielo, sino en la tierra, y en consecuencia como una entidad de la sociedad, es parte de ésta, y los problemas del pueblo son sus problemas, más aún cuando con el Papa Juan XXIII ha determinado su “opción por los pobres”, siguiendo a Cristo que sentenció: “Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que entre un rico al reino de los cielos”, y que el reino de su padre (Dios) era para los oprimidos, los excluidos, los pobres preferentemente.

La Iglesia cristiana que hace más de dos mil años pervive proclamando la palabra de Cristo, fue perseguida, censurada y cientos de sus pastores y seguidores, asesinados por la intolerancia y los autoritarismos, pero sigue de pie, sólida, pese a los tiempos de aflojamiento de valores humanos como los que vivimos en buena parte del mundo.

La cabeza del catolicismo, el Papa Francisco, en su reciente visita a Chile dijo: “la presente generación debe hacer suyas las luchas y logros de generaciones anteriores y llevarlas a niveles más elevados”, pues somos el producto de nuestro pasado histórico, y no como los del gobierno del cambio, que desconocen la historia.

Ojalá salgan a la calle muchos “tatas” Bazanes, pues las demandas del pueblo son las demandas de la Iglesia.

El autor es abogado y politólogo.