Es cultor del apunte paisajístico en pequeño formato, tanto en acuarela como al óleo, aunque esto no quiera decir que carezca de cuadros de mayor tamaño, que en verdad los tiene y de gran calidad estética. Tan eximio artista español ha fijado su residencia desde hace seis años en la ciudad de La Paz, a la que ha sabido adaptarse fácilmente y vive cual si estuviera en su propia tierra, añorando el paisaje de su lejano país.
El nombre completo de este artista es Ramón Lluis Ibars, a quien tuve el placer de conocer en la feria dominical de San Miguel, organizada por el Municipio de la ciudad de La Paz bajo una modalidad barrial que rotará periódicamente; ocasión en la que hubo escenarios de música clásica, nacional y de bandas de rock, así como de danzas nacionales. Por otra parte, no faltó la exhibición y venta de artesanías elaboradas en nuestro medio.
Lluis, concentrado en su trabajo, pintaba paisajes en material tamaño carta, en tanto su esposa, de origen boliviano, atendía a la gente que se aproximaba a preguntar precios de las acuarelas y óleos. No lo quise molestar a tan destacado pintor y con su esposa concertamos una entrevista para media semana. En la oportunidad, ya sin el pincel entre manos ni la concentración que parecía dominarlo el primer día, me esperó en la puerta de calle de su domicilio y me tendió la mano franca.
En tono amigable, me hizo conocer que en tanto trabajaba en su país no disponía del tiempo necesario para dibujar y pintar; pero desde que se jubiló no deja de cultivar cotidianamente el arte. Exhibió decenas de trabajos guardados en varias gavetas, a tiempo de mostrarme bellos cuadros que lucen en las paredes de su departamento en la zona de Achumani de la ciudad del Illimani.
Fue admirable comprobar, una vez más, cómo las facultades cognoscitivas y la misma percepción mental, se concentran en dominio absoluto en una tarea cuasi monomaníaca hacia una faceta del arte, con ímpetu dominante y avasallador. El individuo en algunos casos, como el que nos ocupa, se siente motivado a volcar toda su actividad en una rama del arte y encontrar su verdadera vocación.
Con entusiasmo Lluis evoca ciudades y pueblos de Cataluña, de admirable belleza, según se desprende de la observación de sus propias obras, que testimonian el amor de un artista que no olvida a la tierra en que nació. Vive él de su renta jubilatoria por el tiempo que trabajó en España y que le permite hoy dedicar sus afanes al arte pictórico, sin el ánimo de comercializar sus producciones y más bien dando rienda suelta a la inquietud que le induce a dibujar y pintar vivencias de su patria lejana. Ramón Lluis, un auténtico pintor, nuevo amigo en los caminos del arte.
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