El “enguerrillamiento” político ha impedido que la paz social se posesionara como una opción de reconciliación nacional, tanto en dictadura como en democracia. En consecuencia: siempre aquella estuvo muy lejos de nuestro alcance. Y posiblemente estará lejos el día de mañana, en desmedro, desgraciadamente, de los proyectos para promover mejores días.
Algunos sectores sociales, en el pasado mediato e inmediato, jamás valoraron el significado de la paz social. Y con el “bloqueo” de calles y caminos troncales no solo incomodaron a los gobiernos de turno sino que atentaron contra los supremos intereses nacionales. No habían adquirido la cultura del diálogo, sino que reiteraron la intransigencia como método de lucha. Hecho que ha deteriorado los grandes ideales de desarrollo nacional.
“Dividir para reinar”, señala la teoría atribuida a Nicolás Maquiavelo. Obviamente que este propósito, por su esencia disociadora, ha contribuido, en todos los tiempos, a profundizar las actitudes contrarias al espíritu de la paz social, por la sencilla razón de que ha fraccionado a la población en grupos antagónicos. Y la confrontación de éstos, de orden político o social, ha lastimado los objetivos de ella, que se fueron disipando, de manera inevitable.
Situación de esta naturaleza fue asumida, particularmente, por quienes, desde una perspectiva autoritaria, quisieron tender cortinas distraccionistas, a fin de imponer, contra viento y marea, sus designios. O, en muchos casos, pretendieron encubrir sus falencias, con el afán de evitar el desgaste. Lo hicieron para seguir medrando a costillas del erario nacional. Por ello la paz social siempre estuvo en vilo. He ahí la verdad histórica.
La paz social es producto del entendimiento y de la identificación con los altos intereses de la Patria. Es la voluntad política para ensanchar los derroteros de un mundo mejor.
Reconcilia, incluye y suma esfuerzos, por un futuro más llevadero. Entiéndase como un medio que permite la convivencia pacífica sobre todas las diferencias políticas, sociales, culturales, etc., que hubiera.
Asimismo es determinante para aceptar los grandes retos del futuro con desarrollo nacional. Sin ella fue, es y será, difícil avanzar hacia las metas del progreso con libertad, con pan y techo.
En este contexto, el vecino trasandino tiene en mente “buscar grandes acuerdos” por la unidad de Chile durante la presente gestión. Y el Perú declaró “año del diálogo y la reconciliación nacional” el año 2018. Y nosotros, los bolivianos, seguimos, desafortunadamente, enfrascados en inútiles rencillas.
En suma: Bolivia requiere de paz social para movilizarse con el ritmo de los tiempos de cambio.
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