La confrontación política entre oficialismo y oposición partidaria y ciudadana, en las calles y en los medios de comunicación social, sobre problemáticas que tienen que ver con las políticas de gobierno, como en estos días sobre promulgación apresurada de una Ley del Sistema Penal y la porfiada repostulación del presidente del Estado Plurinacional, que ya lleva tres periodos en el ejercicio del poder, pese al pronunciamiento del pueblo en las urnas el 21 de febrero que le dijo contundentemente ¡NO! a una nueva repostulación, en el referéndum convocado por el mismo gobierno, tiene como argumento del oficialismo una permanente repetición de que la oposición mintió para el referéndum y miente en todo lo demás.
Según el diccionario de la Lengua española, se entiende por mentira: “la expresión contraria a lo que se sabe, cree y piensa, y es una palabra anti tética de la verdad entendida como: “la conformidad de las cosas con el concepto que se tiene en la mente, o de lo que se dice con lo que se piensa”, de tal suerte que si uno cree que el 21 F el pueblo votó por la no repostulación del caudillo-presidente y así lo expresa, no está mintiendo y lo mismo vale, si uno está persuadido de que el Código Penal abrogado por orden del presidente, afecta a los derechos ciudadanos.
Decir que todo lo que se dice y opina en relación con las políticas y actos del gobierno y los gobernantes es mentira, es el resultado de la política de descalificación del que piensa y opina diferente, y esa política responde a la mentalidad autoritaria de quienes desde el poder toman decisiones que afectan a los intereses colectivos y responden a los intereses del grupo gobernante, pero resulta que quienes acusan al pueblo de mentir por expresar sus opiniones en temas públicos, lo hacen mintiendo, es decir negando la verdad.
El presidente candidato una vez más ha descalificado la voluntad del pueblo expresada en el 21F, con el argumento de que se había fabricado una mentira sobre su hijo real o supuesto con la señora Zapata, que desde oficinas del Ministerio de la Presidencia manejaba negocios multimillonarios entre el Estado y empresas chinas, cuando fue el mismo presidente y sus acólitos que primero dijeron que había tenido un hijo con esa señora, pero que le dijeron que había muerto, el mismo fue inscrito en una Oficialía de Registro Civil, tal como se estableció por el registro correspondiente, para luego sostener que el tal hijo nunca existió. Nos preguntamos ¿cómo fue que los padres del niño inscribieron a un hijo inexistente? ¿Nunca el padre conoció a su hijo?
La permanente política de la mentira política del oficialismo ha determinado que la ciudadanía dejó de creer en lo que dice y hace el grupo gobernante, aunque los oficialistas crean que el pueblo es “levudo” y cree todo lo que el aparato de propaganda diga, precisamente la pérdida de credibilidad del pueblo sobre el oficialismo, es una demostración de que el pueblo boliviano aunque sea pobre no es tonto, y como lo sentenció el sabio griego Aristóteles: el pueblo tiene una percepción natural de cuándo está bien o mal gobernado.
El Vicepresidente del Estado Plurinacional, que en estos 12 años de gobierno ha puesto en práctica su teoría sobre el poder hegemónico, inspirada en el pensamiento de Antonio Gramsci, muy lejos de la democracia y sus valores, pero además, ha sido criticado por mentir sobre su título profesional de licenciado en matemáticas, así como de tener una libreta de servicio militar cuestionada, o de su declaratoria de ser un indígena, cuando no lo es.
Nada es más importante que vivir en la verdad, pues ésta nos hace libres, y no de creer las mentiras propias o las que nos dicen los adulones, pues en materia de gobernar la sociedad organizada en Estado, la verdad es producto de la realidad política (real politik), la que los gobernantes deben captar y tomar decisiones en consecuencia.
El autor es abogado y politólogo.
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