“Nuestra América debe ser una gran fábrica de alimentos procesados bionergías, probióticos, nutraceúticos y biomateriales. Se trata de una industrialización inteligente a partir de los recursos biológicos que, apoyada en la ciencia y la tecnología, promueva mayor diversidad sectorial, competitividad internacional y generación de empleo”, dijo el flamante director general del IICA, Manuel Otero, en ocasión de su discurso de posesión.
En ese sentido, agregó que “la bioeconomía expresa en buena medida esa visión transformadora para promover una producción sustentable e inteligente, partiendo desde la gran base de recursos naturales que poseemos”.
CRISIS ALIMENTARIA
Otero instó al IICA, una institución del sistema interamericano fundada hace 75 años, a trabajar para demostrar que la agricultura es parte inseparable de las soluciones para una realidad que calificó de “amenazadora” debido a que “las crisis alimentaria, poblacional, energética y ambiental condicionan un futuro sustentable”.
Además, dijo que el IICA concentrará sus esfuerzos para contribuir a superar una “visión antigua” del sector agropecuario como “extractivista y generador de bienes primarios”, para pasar a ver a “la agricultura como la industria de la biomasa”.
El planteo implica, según el nuevo jefe del IICA, un cambio de paradigma, al colocar a los territorios rurales en un papel protagónico que les permita convertirse en zonas de progreso, con nuevas tecnologías y conectividad, “revirtiendo la actual visión que los confina como zonas generadoras de pobreza y expulsoras de recursos humanos”.
Otero consideró que este nuevo escenario crea un marco de grandes oportunidades para “los 15 millones de pequeños productores del hemisferio, distribuidos en 400 millones de hectáreas y cuya viabilidad está aún más condicionada ante las consecuencias del cambio climático”.
INTEGRACIÓN
Al inaugurar su mandato al frente del IICA, Otero, también, aseguró que trabajará en forma mancomunada con los mecanismos de integración regional, entre los que mencionó al SICA (Sistema de Integración Centroamericana), la Comunidad del Caribe (Caricom), la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS) y la Comunidad Andina de Naciones.
“También remarcó la importancia de Canadá, Estados Unidos y México, y por supuesto del Mercosur, que por su perfil productivo y tecnológico tienen grandes posibilidades de construir vínculos de complementariedad, tanto con Centroamérica como con el Caribe, en la búsqueda de una América más unida y solidaria”, puntualizó Otero.
Tras referirse a la implementación de nuevas modalidades de cooperación técnica, ancladas en prácticas eficientes y flexibles con características como la descentralización, el trabajo colaborativo, la inserción en redes, el foco en los procesos y en la movilización de recursos humanos e institucionales, Otero instó a que el IICA continúe su “trayectoria fructífera e ininterrumpida de 75 años”, proyectándose para construir “un nuevo futuro en beneficio de los actores e instituciones de los sistemas agroalimentarios de las Américas”.
“Menos burocracia, actualización de los órganos de Gobierno del IICA, debate sobre las principales trabas a la cooperación para el desarrollo y una activa participación del sector privado, deben ser las marcas principales del nuevo tiempo abierto en el organismo multilateral”, expresó.
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