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Pilcomayo, el río “indomable y suicida”

• Produce cruentas sequías, pero también terribles inundaciones


Este caudal temperamental nace en los Andes bolivianos y durante tres meses al año baña a su antojo las llanuras del norte de Argentina y oeste paraguayo.
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En una región donde la tierra cruje por la sequía, los caimanes practican canibalismo y los corderos mueren en las garras de los pumas, Nirma Servín no ha perdido su sonrisa. Al río Pilcomayo se le olvidó pasar por su casa… En realidad, hace un tiempo que no pasa por Paraguay.

“Lamentablemente llevamos dos años consecutivos que no tenemos agua”, le cuenta Nirma a BBC Mundo. Viuda desde hace 20 años, ha sacado adelante su finca en una de las regiones más inhóspitas de Sudamérica, donde las carreteras asfaltadas están a cientos de kilómetros de distancia.

Este caudal temperamental nace en los Andes bolivianos y durante tres meses al año baña a su antojo las llanuras del norte de Argentina y oeste paraguayo. “No tenemos río, no tenemos nada”, por qué es tan difícil vivir del Pilcomayo, el río sudamericano que se bloquea a sí mismo

Durante la temporada de lluvias el Pilcomayo abarca una cuenca de más de 200.000 km², un área equivalente al tamaño de Italia. Pero en los nueve meses de sequía, prácticamente desaparece.

Esto se debe a que no es un río cualquiera. Es suicida. Cuando baja de las montañas, desde 4.000 metros de altura, transporta millones de toneladas de sedimentos que, cuando llegan a las planicies de El Chaco, hacen que se bloquee su propio cauce, frenando su corriente y reduciendo dramáticamente los recursos hídricos de la región.

“Para tener una idea de la cantidad de sedimentos que arrastra al año, si se pone (la arena) en camiones volquetes uno delante del otro, puede darle la vuelta a la Tierra y todavía no vas a poder descargar todos esos sedimentos”, explica el experto medioambiental paraguayo José Ortiz.

El Pilcomayo —de 2.426 km de extensión— divide El Chaco y marca la frontera entre Paraguay y Argentina. Es la primera semana de noviembre y el calor es asfixiante, y entre lagos secos y arbustos bajos se puede ver un ganado flaco que busca cobijo en la poca sombra que hay.

“Los pumas y los jaguares (que habitan esta región) son animales protegidos que solían estar repartidos en grandes extensiones de terreno a lo largo de la rivera del Pilcomayo”, pero por la escasez ahora están concentrados en reservorios artificiales de los ganaderos.

Debido a la presencia de estos animales silvestres en su finca, de los 50 corderitos que tenía Nirma para criareste año, sólo le quedan cinco.

NATURALEZA INDOMABLE

Tal es la naturaleza indomable del Pilcomayo y su tendencia a obstaculizar su propio caudal, que en el siglo pasado Argentina y Paraguay desistieron de tenerlo como línea limítrofe y marcaron sus fronteras geográficas independientemente de lo que se le antojara hacer a este río.

También, debido a que el Pilcomayo se redujo considerablemente, las autoridades de estos dos países decidieron “domar” este río construyendo cauces artificiales, levantando barreras y diques.

A fin de evitar conflictos diplomáticos, se llegó a un acuerdo binacional en el que se creó lo que se conoce como el proyecto Pantalón, que consistió en dividir el río en dos canales para que una pierna regara Paraguay y la otra a Argentina, y así repartir la cantidad de agua y sedimentos para cada región. Pero si sus cauces no se limpian, el Pilcomayo hace de las suyas.

«Yo nací en El Chaco, y mi familia se mudó aquí en los años 70 para estar cerca del río», cuenta Feliciano Loveda mientras atraviesa su casita de una planta por un patio interno cubierto con un techo de hojalata.

RIBERA DEL RÍO

El río es impredecible, existen temporadas que al fondo de la ribera del río se contempla barcas de madera podrida por la falta de uso, las mismas que descansan en un río de arena tan fina y seca como el talco. “Este es el río Pilcomayo”. La cuenca de unos 50 metros de ancho, está completamente seca.

“Hace prácticamente 3 o 4 años que el río desapareció. Y es que se necesita mucho trabajo para que corra el agua, no sólo en Pantalón sino a lo largo de todo el cauce”, comenta Feliciano.

Como Nirma, Feliciano depende de un pozo para sacar agua. “No sabemos cuánta queda, y todo el mundo está en la misma situación. Los animales han muerto debido a la sequía”, se lamenta.

Él lo que quiere es que las autoridades paraguayas hagan su trabajo y empiecen a limpiar el Pantalón. Pero ya es noviembre, y las primeras lluvias están por caer, lo que significa que quizás no habrá tiempo para abrirle suficiente camino al río.

SEQUÍA Y DESLAVES

A más de 600 km de Asunción, donde la calma domina el ambiente, es donde el río fue dividido en dos, como un pantalón. Aquí, finalmente, el Pilcomayo se deja ver. Pero escaso, de poca profundidad y muy callado.

Está débil, a la espera que lleguen las lluvias río arriba para recobrar su fuerza y poder. No muy lejos, las máquinas dragadoras también duermen.

Con el calor abrazador y un Pilcomayo disfrazado de riachuelo cuesta creer que estas tierras volverán a ser bañadas por el agua.

Es un río muy inestable. “De llevar dos metros cúbicos de agua por segundo (en época de sequía) pasa a transportar 4.000 metros cúbicos (entre diciembre y marzo)”, explica el ambientalista Ortiz.

Esto significa que en cuestión de días el Pilcomayo puede bajar con la fuerza suficiente como para comerse pueblos enteros.

PUEBLOS DEVORADOS

Esto fue lo que le pasó a la localidad de Pedro Peña hace poco más de diez años. Una vez capital de provincia, ahora solo queda en pie una torre de agua tomada por aves y edificios desnudos al cuidado de un destacamento del ejército paraguayo. Tres oficiales, para ser exactos.

«Prácticamente toda la población de San Agustín vivía aquí», le cuenta a BBC Mundo el oficial Francisco Martínez. Ahora, este punto en el mapa solo tiene un motivo para seguir existiendo.

«Por aquellos lados tenemos Argentina. Estamos a 500 metros (en línea recta) aproximadamente», señala Martínez con su brazo apuntando al sur.

Este panorama desolador está presente como una amenaza en las cerca de 300 familias de Pozo Hondo, a unos 60 km más al norte.

Pero a diferencia de Feliciano o Nirma, ellos se cansaron de esperar a las autoridades nacionales y decidieron limpiar ellos mismo el río.

En el lado argentino, las comunidades indígenas -como esta de Pescado Negro- viven protegidas por barreras de tierra de tres y seis metros de alto para que el Pilcomayo no inunde sus casas.

Con la ayuda de los gobiernos de las provincias fronterizas de Salta, en Argentina, y Boquerón, en Paraguay, consiguieron una máquina dragadora para mantener el río a raya.

Moisés Balderrama, intendente en de la provincia argentina de Salta, y Alberto Jaimes, delegado en Pozo Hondo (Paraguay), no ocultan el orgullo que sienten al ver la máquina anfibia en acción.

«Venimos con 21 años consecutivos de inundaciones en Paraguay, Bolivia y Argentina», recuerda sonriente Balderrama. «Antes construíamos anillos para protegernos del río, pero estas barreras se rompían con la fuerza del agua». «Y en los últimos dos años —desde que iniciaron los trabajos en esta parte del Pilcomayo— no hemos tenido inundaciones», continúa Jaimes.

«Esto es pura propaganda», dice riendo Oscar Salazar desde su casa en Asunción, quien al momento de hacer este reportaje era el jefe de la Comisión del Pilcomayo de Paraguay. «Una máquina en el río no hace nada. Se necesitan 20 o 30 máquinas trabajando al mismo tiempo».

Salazar le explica que para que el Pilcomayo vuelva a fluir en territorio paraguayo se necesita limpiar kilómetros de cauce. Pero es noviembre, las lluvias deben llegar en cuestión de un mes, y la única actividad que se ve en la región es la iniciativa local de Pozo Hondo.

«Estamos esperando porque no tenemos el dinero, se adelantó que para este año las cosas serán muy distintas porque el ministerio obtendrá dinero», dijo.

PERDER EL PILCOMAYO

La falta de presupuesto en la anterior gestión puso en riesgo trabajos importantes en el rio Pilcomayo, razón por la que los pobladores de los municipios próximos al afluente en el vecino país de Paraguay manifestaron de que esta situación ponía en riesgo de que se pierda el Pilcomayo.

“Si Paraguay pierde el Pilcomayo cerca de un millón de animales podrían morir en los próximos dos o tres años”, señaló Salazar.

Poco después de esta entrevista, Oscar Salazar fue destituido de su cargo como director de la Comisión del Pilcomayo y un mes después, en una carrera contra el tiempo, las máquinas dragadoras empezaron a trabajar en el sector denominado El Pantalón.

Pero mientras los canales no se abran del lado paraguayo, el río seguirá fluyendo —con sus toneladas de sedimentos— casi en su totalidad por la pierna argentina.

Esto no son buenas noticias para las 160 comunidades indígenas argentinas, cuyas vidas dependen de este río temperamental.

A este lado del río el paisaje es tan inhóspito como el paraguayo, pero con una diferencia: la ganadería es casi inexistente y las comunidades indígenas están organizadas y altamente politizadas.

BARRERAS DE PROTECCIÓN

En la localidad de Vaca Perdida, Caín, el hijo del cacique, aprovecha la presencia de la BBC para reunir a los hombres de su comunidad y exigir a las autoridades locales que hagan bien los trabajos de mantenimiento del Pilcomayo.

Apartando a las gallinas y las cabras que se pasean entre las bolsas de basura, extienden en el suelo de tierra una foto satelital del tamaño de un mantel para explicar en qué puntos hay que reforzar las “barreras” que las autoridades han erigido -y deben mantener- para proteger los poblados cerca del Pilcomayo.

Las barreras son carreteras de tierra elevadas de unos tres metros de altura que funcionan de anillos de protección de los asentamientos indígenas.

“Le estamos pidiendo a las autoridades que hagan el trabajo de mantenimiento de las barreras aquí”, dice Caín señalando un punto en la imagen.

Para saber en qué ánimo baja el río, los indígenas del lado argentino cuentan con una red de monitoreo que involucra a comunidades en Bolivia y Paraguay, donde se comparte información sobre el estado del tiempo en las distintas zonas por donde pasa o debería pasar el río, la cantidad de agua y la abundancia de peces. (BBC Mundo)

DATOS

- El río Pilcomayo o Araguay es un curso de agua de la Cuenca del Plata que discurre por territorio de Bolivia, Argentina y Paraguay, sirviendo de frontera en parte de su curso.

- En su curso inicial fluye desde 4200 msnm, teniendo sus nacientes en el lugar de la cordillera de los Andes llamado Chiurokho Pampa, en el límite entre los departamentos bolivianos de Oruro y Potosí. Desde allí con dirección este y sudeste, sigue su curso hacia los departamentos de Potosí, Chuquisaca y Tarija para llegar al Chaco Boreal y las llanuras al este.

- El Pilcomayo abandona su curso de montaña en la ciudad boliviana de Villa Montes, para ingresar en las llanuras del Gran Chaco. A la altura de la población boliviana de Ibibobo.

- A lo largo del siglo XX el río se ha visto muy afectado por la contaminación provocada por el vertido de escorias mineras y efluentes semicloacales en la zona andina de Bolivia en el departamento de Potosí.

 
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