Deforestación para cultivos de coca es un grave delito

Periódicamente se da a conocer informaciones sobre la proliferación de cultivos de coca; últimamente, se ha informado que “en 14 años los cocaleros han deforestado 46 mil hectáreas de bosques en el Parque Nacional Isiboro Sécure” (ED 17/I/18). Este parque sufre alarmantes niveles de deforestación y ha “perdido 3,6% de cobertura entre los años 2000 y 2014”, según la revista Current Biology. Se añade que “investigadores de las universidades de Helsinki, Finlandia; Cambridge del Reino Unido y la UMSA de Bolivia han aconsejado al gobierno revisar la construcción de una carretera que pasa por el centro de la reserva”.

Lo cierto es que hay múltiples pedidos, tanto a nivel nacional como internacional, para que se deje sin efecto la construcción de una carretera por la región del Tipnis, carretera que, al ser concluida, no tendría otros objetivos que proporcionar tierras a los cocaleros para nuevos cultivos de coca, al margen de los que ya, desde hace varios años, han sido cultivados en este parque de trascendental importancia. Pero, lamentablemente, ningún pedido ha tenido los resultados esperados porque los cocaleros, especialmente de la región del Chapare, parece que están dispuestos a cultivar coca “hasta en los techos de pueblos y ciudades”.

Es innegable que la empresa internacional de la droga ha sentado reales en muchos sitios del país y no hay forma de paralizar o suprimir los cultivos de coca, especialmente se tiene en cuenta que ricas tierras, por ejemplo de los Yungas de La Paz, que producían frutas, tubérculos y muchos alimentos, hoy han sido invadidas por cultivos de coca. El gobierno, alejándose totalmente de las previsiones de la Ley 1008, ha decidido aumentar la cantidad de hectáreas destinadas “al masticado y uso tradicional de las hojas” de 12 mil hectáreas a 22 mil, cuando la realidad ha mostrado muchas veces que las 12 mil alcanzaban perfectamente para el “masticado y usos tradicionales”. Ese incremento solo sirve hoy para aumentar cantidades alarmantes de coca destinadas en su integridad a la fabricación de droga.

Naciones Unidas y varios países a cuya cabeza está Estados Unidos han pedido muchas veces que sean suprimidos los cocales, que se dé prioridad a la siembra y cultivos de alimentos y productos que sirvan al país; pero, como siempre ha ocurrido en el mundo, más han podido la fuerza, urgencias y capacidad de decisión de los industriales de la droga que, como en muchos sitios del mundo, especialmente Asia y América Latina, han invadido tierras para obtener más materia prima que se transforme en drogas alucinógenas que tantas víctimas causan en el mundo.

Los parques nacionales, considerados reservas ecológicas y sitios de vida para comunidades indígenas, deberían ser liberados de cultivos que causan tanto daño al país y cobran millones de víctimas.