Científicos han identificado una potente toxina en los centípodos de cabeza dorada que paraliza los canales de potasio de las células. Gracias a esto han encontrado un posible antídoto.
En la naturaleza lo más habitual es que el pez grande se coma al pequeño: es decir, los depredadores suelen ser más grandes que sus presas. Sin embargo, hay algunas criaturas que son una excepción a esta regla. Esta semana, un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences ha averiguado por qué el centípedo de cabeza dorada es tan mortífero. Esta gran escolopendra, que mide 20 centímetros y que vive en Asia y en islas del Pacífico, apenas pesa tres gramos pero es capaz de alimentarse de criaturas 15 veces más pesadas. El motivo parece estar en una potente toxina que los investigadores han identificado y que tiene la capacidad de detener el corazón de sus víctimas. Además, los científicos han encontrado un posible antídoto.
Las terribles capacidades de esta escolopendra, llamada también escolopendra china de cabeza roja (Scolopendra subspinipes mutilans), se conocían desde hace tiempo. Su aspecto es de pesadilla. Tiene un cuerpo acorazado, aplanado y alargado que puede llegar a tener 300 patas. Es terriblemente rápida y agresiva, y normalmente ataca a toda criatura viviente que se encuentra en su camino. Es capaz de alimentarse de grillos, gusanos, caracoles, sapos, pequeñas lagartijas y serpientes o incluso ratas, ratones y murciélagos.
Son muy sensibles a las vibraciones, y son capaces de reaccionar con rapidez a la presencia de sus víctimas. Cuando eso ocurre, tratan de enganchar y morder a las presas con unas patas delanteras modificadas que se llaman forcípulos. Para evitar que su víctima escape, usan el resto de su cuerpo para inmovilizarla, como si fueran judocas. El potente veneno hace el resto, deteniendo el corazón de su presa.
ATAQUES A HUMANOS
Tanto es así que en ocasiones se han observado casos en los que esta u otras especies de escolopendras han matado a niños, a adultos y a grandes perros. En la isla de la Hispaniola, sin embargo, la evolución ha engendrado una venganza contra estas criaturas: allí, el lagarto punteado de Warren (Celestus wa-rreni), está especializado en cazar escolopendras.
Ahora, pruebas de laboratorio hechas por investigadores de China han constatado que la toxina de la escolopendra china de cabeza roja es capaz de matar en 30 segundos a presas 15 veces más pesadas que ella misma. Además, han aislado la toxina, a la que han llamado “Toxina espeluznante Ssm”, donde “Ssm” hace alusión al nombre científico del animal.
El proceso no ha sido fácil. Primero tuvieron que ir analizando una a una las distintas moléculas que componen el veneno de la escolopendra. Gracias a esto, después lograron identificar el funcionamiento de la toxina: según han constatado, es capaz de bloquear los canales de potasio de las células, lo que es fundamental en el proceso de comunicación entre estas. Esto tiene el efecto doble de impedir que el cerebro envíe las órdenes al corazón para latir y además afecta al sistema respiratorio. El resultado es que el animal muere rápidamente.
Las personas que han sufrido una picadura de este animal han dicho sentir mucho dolor. En Hawái se registran alrededor de 400 picaduras cada año, aunque allí las muertes son raras por esta causa.
Gracias a esta investgigación, los autores creen que un posible antídoto para esta picadura puede ser un medicamento usado normalmente con otros fines. Se trata de la retigabina, un medicamento que reestablece el funcionamiento de los canales de potasio y que se usa para mitigar las convulsiones en pacientes aquejados de epilepsia. FUENTE: ABC.ES
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