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[Armando Mariaca]

Gobierno y opositores deben tener conciencia de país


Todos los acontecimientos producidos en el país y que en casos han llegado a extremos, deberían ser hechos que tomen en cuenta tanto el gobierno como quienes se sienten o son opositores, porque dejar que pase el tiempo practicando la mala política del “dejar hacer y dejar pasar” no le hace bien a nadie porque, al contrario, esa pasividad de “no hacer nada” y que “todo se calme y pase hasta por cansancio” está muy mal, ya que este ocultamiento o disimulo de la realidad no hacen otra cosa que adquirir otro tipo de fermentos que podrían convertirse en hechos más negativos que el país no espera ni quiere.

Hay mucho que se ha desnudado, mucho se ha reprochado y bastante se ha dividido con extremos que llegan a los insultos y peleas, desavenencias entre grupos, rivalidades absurdas que no tienen razón de ser, cuestionamientos por hechos del pasado que en su momento nadie se atrevió a mostrar y menos discutir o buscar soluciones. Mucho se ha “mostrado garras” que no debían crecer.

El país requiere de concordia y armonía entre todos, especialmente por parte del gobierno que tiene el poder y cuyas decisiones, buenas o equivocadas, afectan al pueblo, a la comunidad nacional y, por ende, a quienes figuran como oposición, que debe ser conciliadora, preventiva, constructiva y no responder a la petulancia con una dosis mayor. Cada quien, en su función, tiene el derecho y el deber de guardar consideraciones por los derechos de los demás, comprender que ni al gobierno ni a ningun ciudadano le corresponde creerse dueño del país porque los que tienen poder político, económico o de cualquier condición están al servicio del país y no para servirse de él.

El gobierno y su partido, pese a que los ciega su soberbia y la creencia de que ellos son lo mejor y que está en sus manos el futuro del país, tiene que renunciar a odios, rencores, discriminaciones, posiciones dispuestas siempre al enfrentamiento y la lucha sabiendo que sus posibilidades por contar con dinero y el apoyo incondicional de las Fuerzas Armadas y de la Policía, son infinitas frente a los que son o simplemente figuran como oposición que, además, están desunidos y no concordantes entre sí, con rumbos que nadie sabe a qué apuntan ni cuáles serán las consecuencias de actuar solitarios, dispersos, contrarios a sus propios sentimientos de creer y tener convicción de que podrían abarcar mucho en la política con perspectivas electorales en que podrían alcanzar sitiales importantes en caso de unirse.

En doce años se ha creído que los conductores del gobierno pudieron cambiar y retomar sus principales objetivos de servicio a la nación y no persistir en posiciones de odio y revanchismos, cuyos frutos pueden resultar contrarios a ellos mismos. Deben entender que el pueblo, desde cualquier posición política o sin ella, vive convencido de que es tiempo de cumplir con los compromisos, actuar conforme a la Constitución y las leyes; esos 12 años transcurridos desde el año 2006 no pueden ser vanos, tienen que mostrar que es posible conciliar, armonizar y convenir políticas de entendimiento, abandono de revanchismos y odios que sólo acrecientan los males vividos; que es tiempo de entender que no puede gobernarse teniendo como sombras permanentes a presos políticos o cívicos, menos desterrados del terruño patrio y, en muchas formas, dejar la sensación de prevenir al pueblo porque podrían caer sobre él “espadas de Damocles” por faltas no cometidas y delitos jamás soñados.

Los dos primeros mandatarios tendrían que dar ejemplo de humildad y abandono de soberbia y petulancia que traen consigo sentimientos nada constructivos y solamente aceleradores de lo negativo contra quienes, se supone, son enemigos del régimen y sólo amigos de derechas, imperios y doctrinas foráneas totalmente ajenas al sentimiento de los bolivianos. Es preciso que se abandone los propósitos permanentes con posturas de odios y complejos que lastiman al país, lo postergan y lo hacen ver, por propios y extraños como nación sin cultura, sin sentimientos y con atrasos que no solamente se refieren al desarrollo y crecimiento económico sino a la ausencia de conciencia de país y vocación de servicio.

Frente a todo lo que se vive, es urgente comprender que gobernantes y gobernados -especialmente los que se encuentran en política activa como es el partido MAS y las demás opciones partidistas que dicen conformar la oposición-, deben tener conciencia de país conjuntamente una vocación de servicio; sino se cumple este propósito las consecuencias de un estado en casi convulsión pueden ser muy graves. Es de esperar que ni al gobierno y a su partido le falten condiciones para encarar el futuro con miras a corregir lo malo que hicieron en 12 años y ampliar los campos de lo bueno realizado y, muy especialmente, renuncien a lo que parece ser fanatismo por la discriminación, el odio y creer que el régimen sólo es para beneficio personal y partidario y no para cumplir con la nación que siempre espera actitudes positivas, dignas y responsables por parte de quienes han sido elegidos para servir y amar a la patria que es de todos los bolivianos.

 
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