Danny Daniel Mollericona Alfaro
El discurso/informe anual de un presidente es la actividad discursiva más importante que tiene a nivel político. Se difunde masivamente (por obligación, eso sí) en radio, tele, redes sociales, prensa escrita o digital, etc. Aunque nos importe, aunque no nos importe (no importa), igual nomás nos llega. De forma ideal, un discurso con tal capacidad mediática y realizado por la “cabeza” de un Estado, nos debería mostrar el “estado real” de nuestro Estado, un chequeo anual completo que permita ubicarnos cómo estamos. Lamentablemente no es así.
El gobierno del MAS, a la cabeza de Evo Morales, ha sufrido en estos últimos meses una desestabilización muy fuerte por causa del Nuevo Código del Sistema Penal. Masivas manifestaciones de varios sectores se han volcado en su contra y, aunque han intentado evitarlo, les han hecho temblar el piso. En general, enfrenta un debilitamiento fácil de percibir. Por tal razón, el discurso del 22 fue muy cuidadoso, sin chistes y corto en contenido ideológico.
Al iniciar su discurso Evo dijo: “Los datos impresionantes no son datos del INE […], no son datos del Ministerio de Planificación, sino son datos de organismos internacionales…”. Lamentablemente no es algo que se puede cotejar con las fuentes. El Ministerio de Comunicación en la versión impresa del informe presenta 56 cuadros que ejemplifican los datos del discurso. Sólo 3 de ellos están con base en fuentes de organismos internacionales: FMI, BM, OIT y CEPAL. Los demás cuadros están con base en el INE, ministerios o alguna institución estatal. En este sentido, para los que trabajamos con datos, como los sociólogos, nos deja en un piso muy fácil de hundirse. El INE a partir del Censo del 2012 ha perdido mucha de su legitimidad como fuente fiable de datos. ¡Y encima hay un total de 18 cuadros sin fuente!
El discurso nos muestra, en su mayoría, datos económicos y aburridos (eso sí necesarios), pero hay otros datos que brillaron por su ausencia. El discurso hizo énfasis en la justicia social, pero no se mostró datos sobre feminicidios, violencia y delincuencia, consumo de drogas, justicia, etc. El impacto de una política y/o un plan no se refleja en la cantidad de autos o cámaras que se compre, sino en la reducción o aumento de una cantidad de casos respecto a un fenómeno. Lamentablemente, se olvidó de esos datos o, tal vez, más malévolamente, se los evitó.
Por otro lado, ante una política extractivista muy fuerte, el gobierno del MAS poco a poco elimina a la madre tierra del discurso. Así lo hizo Evo Morales el pasado lunes. Sólo se la mencionó tres veces en el discurso: dos veces madre tierra y una vez madre naturaleza (así de contadito). Esa decisión es acertada en mi opinión porque imaginen: Tipnis, Dakar, el Bala y el Chepete, entre otros. ¿Acaso se puede discursar de la pachamama así alegremente con todo esto?
El machismo de Evo es inevitable en su forma discursiva. A pesar de que con el tiempo se cuida más y evita demostrarlo, le es inevitable. Casi al finalizar su discurso mencionó varias profesiones y oficios, encasillando en femenino sólo a tres: enfermeras, amas de casa y trabajadoras del hogar. Todos los demás en masculino. No estamos para encasillar a una profesión u oficio a un género.
Así el discurso de Evo Morales el 22 de enero terminó con su “¡Patria o muerte!” y “Muchas gracias”. Los funcionarios del MAS, obligados a asistir a la plaza Murillo, aplaudieron y vitorearon. Así el discurso me dejó con sabor a poco, y creo que no sólo a mí.
El autor es sociólogo.
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