Los integrantes del Poder Legislativo -senadores y diputados- por principio deberían ser ejemplo para quienes se dice que representan; deben ser, en todo caso, respetuosos de la función que ocupan y de lo que la Constitución Política establece que deben cumplir; tienen que ser modelo de educación y respeto por los derechos de los demás; pero, por el contrario, muchos de los integrantes de tan importante poder del Estado, lo que hacen es estar en pos de situaciones dentro de las cámaras, como es el caso de algunos senadores y diputados de la oposición que están casi permanentemente enfrentados.
Hay discusiones por ocupar la función de jefe de bancada y el pueblo con justa razón se pregunta: ¿Es que ser jefe de bancada implica ganancias extraordinarias, promesas para el futuro, logro de ventajas y condiciones político-partidistas que los haga superiores a sus colegas de cámaras y de partido? ¿No es que los diputados al ser plurinominales han sido designados a dedo por sus jefes, y los otros, senadores también designados a dedo, conjuntamente los diputados uninominales efectivamente elegidos por el voto ciudadano, deben comportarse conforme a lo que, se supone, les deben exigir sus jefes y su partido?
Conforme se desenvuelve el parlamento con disputas, discusiones bizantinas y hasta enfrentamientos y uso de adjetivos, estos “representantes nacionales” lo que inspiran a la colectividad nacional es vergüenza y hasta pesar porque ocupen tales funciones y por las que ganan altos sueldos que, por lo poco que hacen, no merecen percibir. Lo grave de esta situación es que por las consecuencias que ocasionan senadores o diputados confrontados, parece que sus partidos no se dan cuenta, no captan lo que sucede y se aplica las políticas del “dejar hacer y dejar pasar”, porque inclusive los jefes de ambas cámaras poco o nada hacen por poner orden entre quienes deberían actuar en forma distinta a lo que demuestran.
Senadores y diputados que no saben de sindéresis, buena educación, cultura siquiera mediocre, respeto por la función que ocupan y por sus colegas y, mucho más, respeto por el país, por la Constitución y las leyes, antes de enfrascarse en discusiones inútiles y malcriadas deberían renunciar y alejarse del Legislativo; por supuesto, sus partidos no deberían encomendarles ninguna función en el futuro porque han demostrado, en la tribuna que es el primer Poder del Estado, que no merecen consideración alguna.
Es reprochable, por otra parte, que tanto el presidente de Senadores y la presidenta de Diputados no tengan autoridad para poner orden en las cámaras y permitir que unos sean contrarios o rivales de otros en detrimento y perjuicio del país.
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