Sí al PumaKatari

El gobierno debería empezar a cumplir sus promesas y generar fuentes de empleo en vez de instigar a iracundos choferes de minibuses a boicotear la dignificación del transporte público en La Paz.

Cuando digo dignificación me refiero obviamente a la extensión y ampliación del servicio de los PumaKatari, la única opción de transporte colectivo terrestre hoy disponible en La Paz que observa estándares propios de una ciudad con mínimas condiciones de calidad de vida.

El problema de los minibuses como el de los trufis es que quienes atienden esos servicios no parecen considerar al ser humano como tal sino como algo inferior. Y al mismo tiempo que resultan a menudo vejatorios para el pasajero, son también causa principal del caos vehicular y de la contaminación ambiental, que castigan ya desde hace algunos decenios a la urbe.

Por todos es conocido que la masificación del transporte por minibús es un grave efecto, uno más, del desempleo que asola al país. El gobierno de Evo Morales se ufana en insistir en que con él llegó el primer mundo y la felicidad a Bolivia, pero tanta propaganda reeleccionista se da de bruces con la realidad cotidiana a la que toca volver después de escuchar al propio Morales y a sus mujeres y hombres en sus insostenibles panegíricos.

El gobierno, tras 11 años, está lejos de haber generado empleo genuino capaz de absorber en La Paz a los más de 15.000 transportistas públicos independientes. Y ni la gran bonanza de los precios del gas y otras materias primas, que no la llamada nacionalización de los hidrocarburos -en los hechos, no mucho más que la famosa migración de contratos del interno Santos Ramírez- ha servido para volcar los esfuerzos necesarios a fin de resolver esta deuda social. No, el gobierno ha optado, como sabemos, por gastar en otros rubros, con vistas a disfrutar eternamente del poder.

Es cierto que como parte de su programa proselitista ha invertido en otro medio de transporte que ha servido para descomprimir la situación del sector, como es el caso Teleférico. Pero hay que decir que mucho mejor invertidos hubieran resultados los cientos de millones de dólares destinados a ese sistema si se los hubiera usado en construir autopistas y eventualmente trenes subterráneos y tranvías, como aquellos con los que cuenta el pasajero en cualquier ciudad más o menos desarrollada.

Pero, obviamente, cuando se está en campaña permanente se opta por soluciones a medias y cortoplacistas, mejor si vistosas, con tal de que su puesta en funcionamiento tome un tiempo breve de modo que la obra sirva para los próximos comicios. No para las próximas generaciones.

Como apunte al paso, cabe mencionar que funcionarios oficialistas insisten en estos días en que “Estados Unidos” ha pedido la ayuda del gobierno para que supuestamente ayude a la primera potencia tecnológica del mundo a construir un teleférico para Miami.

Al respecto, como ha escrito un internauta en las redes sociales, resulta que debemos creer que quienes pusieron en 1969 al hombre en la luna necesitan la ayuda de Bolivia para hacer un teleférico. Precisamente en Miami, ciudad próxima a atracciones que cuentan con medios de transporte de avanzada tecnología. Sea como fuere, a los interesados les bastaría con visitar a la austriaca Dopplemayr, la empresa fabricante y encargada de la construcción del Teleférico instalado en La Paz.

Volviendo al principio, a nadie se le escapa que es el gobierno de Morales el que está detrás de la conspiración contra la dignificación del transporte en La Paz, en definitiva del propio ciudadano paceño, en su afán de dañar la gestión municipal. Como hace, por lo demás, en todos los lugares donde no es dueño absoluto del poder. No vaya a ser que surja algún competidor para el derecho humano del presidente de perpetuarse como tal.