Hoy muchos bolivianos hacen de todo -a veces fuera de norma-, poco más lo que les da la gana, amparados -confusamente- dicen, en sus derechos humanos, sobresaliendo grupos afines al gobierno que no se caracterizan, precisamente, por respetarlos. Éstos maltratan, solo para escarmentar políticamente, a los que no profesan el “credo” oficial, lo que puede ser delito de lesa discriminación, ya que su objetivo, incluso con el Código Penal abrogado, es mantener bajo un pretendido régimen de temor al pueblo, evitando todo tipo de protesta y acciones políticas destinadas, sobre todo, a la remoción del poder.
Los derechos humanos en Bolivia fue tema promocionado, pero en el camino se lo politizó (en izquierdas) hasta “descarriarse”. Posteriormente, emulando a grupos internacionales (¿imperiales?), el régimen nos “desorientó”, o más bien nos engañó en su función. El concepto de DDHH, que es universal e incluyente para las personas, tanto individual como en lo colectivo, para una convivencia pacífica en libertad, fue desvirtuado con triquiñuelas y ardides, en complemento con grupos “para-gubernamentales”. Por ejemplo, decir que “la marca país es Evo Morales” es una mentira. Cuando Evo -sarcásticamente- ofreció ayuda a Tupiza con el “Evo cumple”, y burlonamente dijo “aunque Tupiza no cumple”, o cuando dijo que el 51,3% de 21F fue resultado de una mentira, ¿cuál?, ¿las declaraciones, con respecto a su ex pareja, corroboradas por Álvaro García Linera? ¿Quiénes mienten?, está claro, se despilfarra los DDHH.
¿Dónde está el embrollo? La idea objeto de la pregunta del 21F fue “reformar el Art. 168, pero para re-postular a ellos”, el pueblo dijo ¡NO! a la “idea objeto” (la re-postulación de ellos). Pero tercos, mitómanos, ahora tautológicamente apelan a los DDH, devaluándolos al clasificarlos en derechos humanos superiores e inferiores. Parece nomás que muchos neo y para aymaras nacieron con un gen del egoísmo, que devalúan la justicia y la democracia. Ahora comprendo la recurrencia de más de 300 veces al término en la CPE, su pretensión fue condicionar psicológicamente al soberano para creer que “todos somos iguales ante la ley” o que “todos tenemos los mismos derechos humanos”.
El NO del 21F-2016 es vinculante y de cumplimiento obligatorio, es decir que Evo Morales y Álvaro García Linera ya no son candidatos, pero cual teocráticos inducen a los grupos “para-gubernamentales” (Conalcam) a publicitar que él tiene un derecho humano mayor y el pueblo menor. Este equívoco de valorar “sus” derechos humanos como “superiores” frente a los de cualquiera de los mortales bolivianos, es discriminación, insuflada por su extravío ideológico y político, sancionada por la Ley 045. Pareciera que no comprenden la función de los derechos humanos. Esta egolatría perjudicará al próximo candidato del MAS en los comicios de 2019.
También creo que hoy los bolivianos no estamos dispuestos a seguir siendo ninguneados y resistiremos para que sean respetados nuestros DDHH, nuestro voto del 21F-2016. Igual que con él (abrogado) gasolinazo (2010), el (abrogado) Código del Sistema Penal, el indigno fallo (2016) del TCP –trucho- que fuera de toda norma eximió la universalidad de los DDHH. Por ello la sociedad civil (Hegel) debe desestimar esa mentira… Porque esta función distorsionada de los derechos humanos es parte de una cultura de la impostura.
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