¿Hay programas de rehabilitación?

En la cárcel de la zona de San Pedro de la ciudad de La Paz no hay políticas de rehabilitación dirigidas hacia los reos, por lo que se convierte en una escuela para delinquir. Desde el año 2002 el gobierno se desligó de actividades y proyectos carcelarios que beneficien a este sector, que en la actualidad está administrado por los mismos internos.

No es extraño saber que los que salen de estas penitenciarias vuelven a delinquir, no todos, pero sí muchos que son sorprendidos por la misma policía en reincidencia y los medios de comunicación dan fe de estos informes.

La cárcel de San Pedro fue construida para albergar a 500 personas, pero en la actualidad existe sobrepoblación. En el año 2015 se dio a conocer que este recinto cuenta con un total de 2.333 presos entre los que tienen sentencia ejecutoriada y los detenidos preventivos.

Los mismos reclusos parecen estar contentos por contar con desayuno, almuerzo y cena, elementos fundamentales para vivir y de manera gratuita. Incluso cuentan con lugares o piezas para dormir, y por increíble que parezca, estos lugares de “descanso” se los alquila por montos que van desde los 1.000 hasta los 17.000 bolivianos y todo depende de cómo uno lo desea. Si quiere una pieza amplia y con ducha, tiene un precio, o si desea añadir la televisión con TV cable, más una cama y un ropero tiene otro, sin mencionar que la droga no falta.

Pero nos preguntamos ¿dónde están los programas de rehabilitación y quiénes son los responsables de su aplicación si es que existen? Lo cierto es que cambiarían los reclusos si se les da la oportunidad de estudiar una carrera apoyada por las universidades públicas, o si adquirieran un oficio técnico y que ellos puedan producir sus propios productos, venderlos y tener el derecho a la remuneración, así tal vez podrían rehabilitarse.

Soñar nada cuesta, ya que en Bolivia existe una penitenciaria que se ha convertido en un modelo por contar con una unidad educativa alternativa. Hablamos de la penitenciaria de San Roque en Chuquisaca, que sí cuenta con programas de rehabilitación y los mismos reos no desean irse de este lugar por el hecho de adquirir un oficio técnico, para luego trabajar de manera honrada. Algo que llama la atención en este lugar es que hablar malas palabras está prohibido.

Un ex reo que vivió durante tres años en la penitenciaria de San Pedro mencionó que otra forma de solución es crear una nueva cárcel, seleccionar a los reclusos y debería ser administrada por civiles, no por la policía. También dijo que las autoridades deberían poner mayor atención en este sector para la disminución de la delincuencia en nuestra ciudad.