La extracción de recursos naturales -en gran medida no renovables- constituyó la base de la economía del Alto Perú y de Bolivia. Los extraordinarios precios de todas las materias primas (gas natural, minerales y soya que representan casi el 90% de exportaciones), los contratos ya existentes de gas con Brasil y Argentina y la puesta en marcha de tres nuevas operaciones mineras entre 2007 y 2009, cuyas labores de exploración se iniciaron a fines del siglo pasado (con el anterior código minero), entre ellas San Cristóbal, de lejos la más grande de la minería boliviana, posibilitaron que en la década 2006-2015 se tenga las mayores exportaciones y rentas de nuestra historia. Merece ser explicado el sistema tributario aplicado para tener una visión clara de las rentas estatales.
En el Alto Perú los tributos para la corona española se gravaron con algo más del 20% hasta 1736 y luego por el empobrecimiento del Cerro de Potosí y otras minas poco más del 10%. Cuando se fundó la República de Bolivia en 1825, a pesar de la tremenda declinación de la minería, ésta todavía constituía el sostén de la economía y continuaba pagando un tributo similar al de la colonia. Huanchaca, la compañía argentífera más grande de la segunda mitad del Siglo XIX pagaba un tributo de 10% sobre el valor de venta (VV) y 20% sobre utilidades.
La era del estaño iniciada a comienzos del Siglo XX fue dominada por la Gran Minería (empresas de Patiño, Hochschild y Aramayo, llamados los “barones del estaño”) que significaron más del 80% de las exportaciones de este metal y más del 70% de las exportaciones del país. Su enorme poder económico controló el poder político, que emitió disposiciones económicas que les daban excesivas ventajas económicas. Por ejemplo en el período 1900-1940 pagaron un ridículo tributo del 7,7% del VV, paradójicamente el más bajo en la historia de la minería. Si a ello sumamos bajos salarios y las minas filonianas extraordinariamente ricas de la época, fácil es explicar el notable enriquecimiento de los tres, al extremo que Patiño, un empresario de un país pobre, estuvo entre los diez hombres más ricos del mundo.
A pesar de que posteriormente las minas empobrecieron mucho y los costos de explotación subieron, siempre se tributó más, especialmente durante la época de los regímenes militares (1964-1982), que por el crónico déficit de las arcas fiscales, elevaron los tributos del estaño por encima del 30% del VV, lo que indujo a los mineros a no hacer exploración y explotar solo las partes más ricas, acortando la vida de los yacimientos. Los tributos mineros sufrieron varias modificaciones, que no cubrieron los déficits fiscales. La caída de precios de los metales entre 2001 y 2003 provocó una crisis profunda en la minería. El Estado tuvo que subvencionar la producción de estaño y zinc de los mineros chicos y cooperativas.
Felizmente los precios empezaron a subir levemente desde 2004 y fuertemente desde 2006, lo que provocó un boom sin precedentes en la minería boliviana. Contribuyó en gran medida el arranque de las operaciones San Cristóbal (2007), Manquiri (2008) y San Vicente (2009), que entre 2010-2015 representaron el 35% del valor de las exportaciones mineras y el 42% de las regalías pagadas.
El gas empezó a ser exportado a Brasil desde 1999 y a Argentina desde 2004. El fuerte aumento de precios de los commodities, el notable incremento de los volúmenes exportados de gas y la entrada en producción en un corto período de 3 importantes operaciones mineras, dispararon el valor de nuestras exportaciones, que en la década 2006-2015 según el IBCE sumaron 82.960 M$us, (40.469 M$us de hidrocarburos), que se comparan muy favorablemente –en valores absolutos- a la década anterior 1996-2005 en que se exportó 15.071 M$us. La década maravillosa hizo que subieran como nunca se había pensado el PIB nacional, su incremento anual y las RIN, entre otros indicadores económicos.
A la declinación del ciclo minero felizmente surgieron otros recursos naturales como el petróleo, la soya y muy especialmente el gas natural (GN).
En la década prodigiosa el GN hizo que las rentas se multiplicaran espectacularmente, tanto por el valor de sus exportaciones como por la Regalía (18% del VV), el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (32% del VV), así como otros impuestos que según Mauricio Medinaceli después de la nacionalización (01/05/06) fue 14% del VV, por lo que la renta petrolera de las exportaciones sería 40.469x0,64=25.900 M$us. Por concepto de Regalía, Impuestos y Patente en la década la minería recaudó 2.507 M$us, que representan el 9,7 % del VV de 25.869 M$us, porque la minería es una actividad de elevadas inversiones y altos costos unitarios de producción, especialmente ahora que no tenemos ni un solo yacimiento rico. Entre 2010 y 2015 la Minería Mediana aportó con el 72% de impuestos, Comibol 25%, Minería Chica 2% y Cooperativas 1%. Solo las rentas de exportación de GN y minerales (casi 80% de exportaciones) sumarían 28.407 M$us (renta de 42,8%).
Lamentablemente no se aprovechó la prodigiosa (¿y única?) década para desarrollar una política económica estructural. Por insuficiente exploración hidrocarburífera no se descubrió un solo campo nuevo de GN, cuya producción y valor de exportación viene cayendo desde 2015 (la minería volvió al primer lugar en exportaciones desde 2016). Desde 2014 retornó el preocupante y creciente déficit fiscal y desde 2015 hay déficit comercial.
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