No se puede negar que hace una década emergieron algunos movimientos sociales (cocaleros, intelectuales, profesionales, campesinos, etc.) con objeto de rectificar desviaciones históricas a las que fue sometido el país para desviarlo de sus objetivos nacionales y democráticos. Esos movimientos llegaron al gobierno y durante varios años hicieron realidad sus objetivos con el MAS. Pero ese proceso se agotó y esos actores, cumplidos sus objetivos, entraron en decadencia y camino de desaparecer.
Pese a esa crisis, la vitalidad política de la sociedad boliviana no se detuvo. En efecto, tan pronto los viejos movimientos se extinguían, el vacío histórico empezó a ser llenado por otros nuevos, encargados de corregir los errores del proceso en decadencia y, a la vez, hacer nuevos avances históricos.
En efecto, el pueblo organizado en esa nueva forma de acción, empezó a ocupar su lugar en el escenario político nacional, llenando el vacío del que está haciendo mutis por el foro. Los viejos movimientos políticos organizados en el llamado Conalcam fueron perdiendo protagonismo e importancia, pues pareciera que ya hicieron lo que tenían que hacer y, además, no tienen qué ofrecer.
Es preciso señalar que esos caducos movimientos dejaron de ser el “pueblo” y se convirtieron en parte de una burocracia insensible y satisfecha, a diferencia de los nuevos movimientos que son el verdadero pueblo, capaz de participar como fuerza motriz en la resolución progresiva del devenir del país en las actuales condiciones, cuando cualquier ciudadano sabe a perfección que el pueblo que lucha contra la autocracia está formado por empleadores y trabajadores en general y, a la vez, está en busca de la democracia más completa.
En su etapa inicial los vetustos movimientos sociales, formados por pequeños empresarios (cocaleros, gremiales, campesinos, lustradores, lumpen, etc.), en pos de conseguir objetivos generales en un clima democrático favorable, consiguieron sus fines en alguna medida, pero más a la corta que a la larga, su representación partidaria (Conalcam), no pudo satisfacer los anhelos de las masas y, peor aún, se puso contra ellas. Entonces, los agotados movimientos sociales se vieron traicionados y dieron sus espaldas a su gastado “instrumento”.
Ahora existen nuevos movimientos sociales y no tienen la conformación social de pequeños “burgueses” vacilantes y sin norte. Ahora están conformados por clases ya en consolidación y dirigidas por una vanguardia de progresistas empresarios nativos, con francos objetivos democráticos y ajenos a utopías populistas.
En ese contexto se presenta, además, un aspecto notable. A este nuevo movimiento social democrático (tanto en lo económico como en lo político) se sumaron combativamente la clase obrera, trabajadores en general, profesionales de todo tipo, pequeños comerciantes, artesanos, campesinos, etc. con el objetivo no solo de alcanzar la democracia sino la más amplia democracia. Se formó así, en la práctica, un solo frente que se expresó de hecho en la “asonada” (así calificada por autoridades del gobierno) de diciembre y enero pasados.
Es innegable la existencia de los nuevos movimientos populares que han emergido con gran vigor en las luchas políticas nacionales. Es más, en diciembre y enero ganaron las calles a nivel nacional y alcanzaron sus objetivos iniciales (derogar el Código Penal, defender el 21F, etc.) y señalar la lucha no solo por la democracia, sino por la más amplia democracia. Entre tanto, han quedado relegados a un lado del camino de la historia los senectos movimientos sociales que ocuparon el tablado de la política nacional durante un doble sexenio.
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