Clepsidra
Ni Heinz Dietrich Steffan, avezado vendedor de humo, habría podido pronosticar el gradual, patético, como desastroso desplome de su engendro político, el tal llamado Socialismo del Siglo XXI, reflejado en el brutal correazo sufrido este último domingo, en el referéndum convocado por el gobierno del presidente ecuatoriano Lenin Moreno, para absolver siete preguntas capitales, cuya aceptación fue ganada por más del 65% del electorado.
Del mencionado cuestionario, las dos primeras preguntas que fueron respondidas afirmativamente por el 75% de los ciudadanos iban dirigidas, como dardos envenenados, al corazón mismo del ex presidente y caudillo populista Rafael Correa, al pedir la modificación de la Constitución para sancionar a toda persona condenada por actos de corrupción, con su inhabilitación para no volver a participar en la política del país. Asimismo, a través de esta decisión los votantes aprobaron derogar la ley aprobada por Correa para limitar la ganancia inmobiliaria.
El segundo disparo y el más letal para todos los tiranos que pretenden eternizarse en el poder consistió en la eliminación de la reelección indefinida introducida en 2015 por el padre de la “revolución ciudadana”, que ya había gobernado durante diez años, y lo que le habría permitido volver a presentarse en las próximas elecciones.
A fin de instrumentar a la brevedad posible el efecto vinculatorio de este referéndum, al igual que el del 21 de febrero para los bolivianos, el presidente Moreno y los jefes opositores que defendieron el SÍ prometieron su pronta aplicación y, de esta manera, el ex mandatario está llamado por la Fiscalía a declarar este lunes por presuntas irregularidades en una millonaria venta de petróleo a China y Tailandia.
Con la misma desfachatez y falsedad de su jopo, el otrora quedadizo dictador sólo atinó a expresar: “La lucha continúa. No podemos aceptar en un Estado de Derecho, tamaño rompimiento constitucional. ¡Hasta la victoria siempre!”. Se olvidó agregar: “Patria o muerte, venceremos”.
De esa simple y llana manera democrática de acabar con estas satrapías que oprimen a sus pueblos, como la venezolana y otras encubiertas bajo el castrochavismo, erigiéndose como sus salvadores e indiscutibles reservorios morales de su acervo, los ecuatorianos nos dieron un verdadero ejemplo de patriotismo y civismo, echándolas para que nunca más vuelvan a sojuzgar a su pueblo que ama la libertad.
De ahí que es imperativo rechazar esa engañosa, como tendenciosa interrogante de los ignaros, cuando de cambiar a los sátrapas se trata. ¿Y después qué? Nuestros pueblos reúnen suficientes recursos para hacer frente a cualquier desastre o cambio, aun echando mano a algunos personajes que, como en el Ecuador, el promotor de la convocatoria fue el actual presidente, antiguo aliado de Correa convertido ahora en el líder del cambio y promotor del castigo que más temen los déspotas que dejan deudas en su funesto paso por el gobierno: la represión de los sastres y de los conversos.
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