En estos días mucho se habla de “guerra digital”, “guerra contra el PumaKatari”, entre otras “guerras” alimentadas por mentes fantasiosas y quizás desquiciadas. Lo evidente es que tales “batallas” tienen que darse -ya comenzó hace días la segunda contra los buses municipales de La Paz- entre los propios habitantes, hermanos, de una ciudad, una región, y en suma el país. Hablar en términos “belicistas”, según muchísima gente, a nada bueno lleva, por el contrario, siembra una especie de incertidumbre, y hasta temor respecto al futuro inmediato que nos espera.
Una humilde ama de casa me preguntaba, a manera de comentario, si a partir de este año 2018 “todo sería guerrear entre nosotros”. Y la respuesta está en el accionar de los actores de los bandos en pugna que, inclusive, dicen que no son políticos, pero en los hechos muestran lo contrario. Lo ocurrido hace poco en la capital nuestra, cuando los choferes agremiados en sindicatos del transporte, que en su mayoría cobijan a propietarios, es una nueva muestra de las actitudes de prepotencia que atentan contra la generalidad, al violar las disposiciones legales, ya que se impidió el libre tránsito y tráfico vehicular, puesto que los “maestros del volante” ubicaron sus “herramientas” de trabajo en cruces de calles y avenidas, y en cuanto sitio pudieron, ante la impotencia incluso de las propias autoridades policiales.
Nadie pudo chistar algo, porque ese gremio se impuso a raja tabla y con manifiesta actitud mezquina. La Constitución Política, las leyes y demás disposiciones fueron pisoteadas vilmente. Nuestra sufrida gente exclama: paren el tiempo que quieran, pero no bloqueen abusivamente, ¡y a ver cuánto tiempo aguantan sin trabajar!
La otra “guerra” anunciada es la digital, cuando ya se ha instruido prepararse para la misma a fin de retrucar los supuestos engaños y mentiras que, al parecer, se originan en todos los ámbitos de la sociedad boliviana. Y así, debemos estar listos para afrontar una serie de “guerras”, puesto que, como van las cosas, se presume que habrá “guerras de todo, para todo, y contra todo y todos”. Así, no deja de ser un país realmente sui generis. Y ya que se habla de batallar, habrá que pensar en la posibilidad de “aprovisionarse”, por si acaso, de cascos, chalecos “anti golpes” y “antihuascas”, tapones para oídos contra estallidos de cachorros” de dinamita y toda “cohetería belicista”, etc.
Pero, en contrapartida, las “guerras” que sí deberían ser libradas serían contra la falta de empleo; la carencia de medicamentos, médicos y hospitales; la inseguridad y la delincuencia; la falta de techo propio; el incremento en el consumo ya desmedido de alcohol y cuanto tipo de bebidas nocivas hay; la proliferación de distribuidores y vendedores de drogas y toda suerte de “pitillos”, etc. Pero al parecer no es de prioridad resolverlos, porque antes se tiene que guerrear por intereses de una u otra facción política. Qué censurable y deplorable realidad. ¿No le parece, amigo lector?
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