La planta fundidora de plomo con contenidos de plata llamada Karachipampa, fue montada a partir del año 1979 e inaugurada oficialmente en 1984; fue construida con la esperanza - entonces seguridad por parte de las autoridades- de que su producción llegaría a 51 mil toneladas de plomo; pero los fracasos de este proyecto se han repetido a través de los años, pues nunca operó. Últimamente, las autoridades se han dado cuenta de que el proyecto no funciona porque, desde sus inicios, no fueron tomados en cuenta muchos factores, como escala de producción, muy baja para la inversión, carencia de materia prima, etc.
Técnicos especialistas han sostenido que los hornos de fabricación soviética no darían resultado y son obsoletos, sobre todo, que al requerirse una buena cantidad de plomo y no contando con ello, se importaría del Perú, aunque sin garantía de una permanente entrega; sin embargo de no contarse con la materia prima, y tener muchos factores imponderables no previstos, se ha dado lugar a insistir en que “Karachipampa debe funcionar”.
Informaciones (ED 20/1/18) precisas dan cuenta de que “el costo inicial fue de 200 millones de dólares; fue diseñada y construida por la empresa alemana Klockner y basada en la tecnología rusa Kivcet; pero luego de varias pruebas que resultaron fallidas, fueron reinauguradas el año 2010 y pasó a la administración estatal. El horno Kivcet fue encendido por primera vez en el año 2013 y funcionó solamente por pocos días debido a fallas técnicas; finalmente, inició operaciones en septiembre de 2014 luego de estar paralizada durante 30 años y el 3 de octubre de 2014 se produjo una explosión en el horno debido a la fuga de plomo de un sifón”.
Larga es la cronología de los intentos y frustraciones de esta fundición que, de funcionar debidamente y contar con la provisión necesaria de plomo, podía ser una fuente importante para producir plomo en barras y plata que ayuden a mejorar la economía del país. Lamentablemente, la planta se convirtió en un monumento de abandono total y empleo de algunos trabajadores que realizan solo vigilancia.
Insistir en un proyecto que desde sus inicios mostró que sería un fracaso, es contraproducente; pero si luego de estudios serios y responsables que garanticen su funcionamiento con nuevos hornos y sistemas operativos de moderna tecnología y garantías precisas, si la producción necesaria de plomo está asegurada se podría aceptar que continúe el proyecto que ahora no tiene atisbos de seguridad y garantía de ninguna clase. El gobierno debe actuar con responsabilidad en este caso y no insistir en algo que solamente generará inversiones sin resultado positivo alguno.
Karachipampa es el ejemplo de cómo muchos proyectos que fueron iniciados en el pasado, con fuertes inversiones, casi siempre han seguido el rumbo del fracaso y ello no puede seguir permanentemente.
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