Yahnet Montes Dávila
En los últimos tiempos se ha observado con mayor frecuencia el embarazo en estudiantes adolescentes. Nuestra juventud actualmente se encuentra influenciada por medios cibernéticos, compañeros, programas de televisión y medios de comunicación masiva. Por otra parte, en varios casos los jóvenes soportan una especie de abandono porque los padres de familia se encuentran más preocupados por el trabajo o el estudio, dejando la responsabilidad de la enseñanza de sus hijos a las instituciones educativas.
Los adolescentes llegan a ser fértiles biológicamente aproximadamente 4 o 5 años antes de ser emocionalmente maduros, lo que contribuye para que ellos no se encuentren preparados para conocer sus opciones, como el uso de anticonceptivos. A esto se suma a la falta de una correcta educación sexual en las unidades educativas y la falta de apoyo de los padres de familia, lo que se convierte en un detonante de esta realidad. Otro problema es que, una vez embarazadas, muchas de las adolescentes abandonan sus estudios, por la falta de apoyo de los padres de familia y en algunos casos también de los docentes.
De acuerdo con estadísticas, estos factores están más vinculados con el embarazo temprano: Familias desintegradas; falta de apoyo y comprensión de los padres; padres con problemas de alcoholismo; inicio precoz en la actividad sexual; escasos recursos económicos; baja escolaridad; falta de compromiso con sus responsabilidades; no utilizar métodos anticonceptivos; violación; desinformación sexual. Todos estos factores se complementan para que este problema se agrave en nuestra juventud.
Por esta situación hay riesgos potenciales para las adolescentes embarazadas que carecen de apoyo emocional, familiar y apoyo de la comunidad educativa, como: el uso temprano de alcohol u otras drogas, debido a que les falta ayuda; abandono de unidades educativas, familia o actividades comunitarias; riesgo en el parto; la mortalidad relacionada con el embarazo y el parto es de dos a cinco veces más alta entre quienes tienen menos de 18 años de edad, que entre las mujeres de 20 a 29 años de edad.
Algunos sectores proporcionan apoyo para la prevención del embarazo en adolescentes, que pueden servir como alternativa, mientras seguimos esperando políticas correctas en torno a la educación sexual en unidades educativas. Estos programas se enfocan en la entrega de información correcta para las jóvenes, basada en el conocimiento de su cuerpo y sus funciones normales, como también sobre el correcto uso de anticonceptivos. Algunos programas incluso incluyen colaboración clínica en unidades educativas, enfocada a dar acceso más fácil a la información, mediante consejos de asistentes sanitarios y servicios de anticoncepción.
La falta de una política de Educación Sexual y la pérdida de valores familiares contribuyen a que el embarazo en adolescentes aumente, situación que perjudica al aprovechamiento de los estudiantes. Es una obligación del Estado proporcionar esas políticas con base en las estadísticas y que, finalmente, se tome a la educación sexual como una materia más, tan importante como cualquier otra dentro de la currícula en unidades educativas.
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