Río de Janeiro.- Las multitudinarias fiestas del Carnaval en Brasil entraron ayer en su quinto día, con decenas de miles de personas entregadas en todo el país a una fiesta que no cede y que muchos planean extender hasta el próximo fin de semana.
Aunque el prolongado festivo por la mayor fiesta popular del país concluyó ayer, cientos de las comparsas conocidas como blocos y que animan los carnavales en casi todas las ciudades de Brasil, ya han prometido que seguirán en las calles este Miércoles de Ceniza y que lo harán también los próximos sábado y domingo.
En el último día del calendario oficial de esta Carnaval, esas comparsas se multiplicaron en cientos de ciudades y, como es ya tradicional, lo hicieron con mucha más fuerza y desparpajo en Río de Janeiro, la cuna del bullicio anual que provoca el rey Momo entre los brasileños.
Uno de los desfiles más ruidosos lo protagonizó hoy la Banda de Ipanema, que desde 1964 desfila por las playas del barrio del mismo nombre, que Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobin convirtieron en sinónimo de poesía al ritmo de bossa nova gracias a una “garota”.
También multitudinario fue el desfile de la Orquesta Voladora, un bloco que reunió a cerca de 80.000 personas en el barrio carioca de Flamengo y animó al público con más de 300 músicos, varios grupos de acróbatas y numerosos artistas encaramados en zancos.
Hubo espacio también para el funk, un ritmo que tiene como referencia el samba pero incorpora otros elementos musicales y fue bailado ayer por cerca de 200.000 almas que siguieron a la comparsa de la cantante Ludmilla, una de las voces más representativas de ese género nacido en las favelas de Río de Janeiro.
Escenas similares se repitieron con similar poder de convocatoria en Salvador, Recife y Olinda, tres ciudades en las que se concentran las
principales fiestas del noreste del país y que este año se han vuelto a volcar a las calles.
En Sao Paulo, cuyo Carnaval intenta desde hace años competir con el de Río de Janeiro pero aún no alcanza esa misma proyección, fue elegida la escuela ganadora de los desfiles del Sambódromo, que se celebraron los pasados viernes y sábado.
El trofeo fue para la escuela Académicos de Tatuapé, que este año centró su desfile en el folclore y las tradiciones carnavalescas del noreste, que evocó en un operístico homenaje al estado de Maranhao, uno de los más empobrecidos de esa región de Brasil.
Pero para los amantes del Carnaval de escuelas de samba el gran día será mañana, cuando se elegirá a la “campeona” de los desfiles del Sambódromo carioca, que este año fue casi un “manifestódromo”, desde el que se reclamó por la grave situación política y social del país.
Varias de las más tradicionales escuelas recuperaron este año la antigua y casi olvidada tradición de protesta del Carnaval carioca, representada sobre todo esta vez por Beija Flor, que hizo de su desfile un poderoso manifiesto contra la violencia, la intolerancia y la corrupción que campean en Brasil.
Paraíso do Tuiuti cargó contra el presidente de Brasil, Michel Temer, representado como un vampiro corrupto, y Mangueira arremetió contra el alcalde de Río, Marcelo Crivella, un obispo evangélico que este año recortó los presupuestos para la fiesta pagana del Carnaval y fue elegido para encarnar al Judas de la escuela.
Las seis escuelas de samba mejor clasificadas entre las doce de la oficiosa primera división del Carnaval de Río de Janeiro volverán al Sambódromo el próximo sábado, un día en que numerosas comparsas ya han anticipado que mantendrán el infernal ritmo de fiesta que han vivido las calles desde la semana pasada. (EFE)
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