Hay hechos que, creyéndose que afectan a otros, nos causan daño a nosotros mismos y hacemos que sus consecuencias crezcan y nos perjudiquen mucho más. Este es el caso en que, especialmente a nivel político, se emiten conceptos, criterios, frases y palabras que no se debería pronunciar y menos darles pábulo para que crezcan. Es preciso reconocer que de todo lo malo que expresamos contra los demás, por mucha razón que se tenga, más temprano que tarde, rebotan contra nosotros mismos, porque la realidad es que generalmente la parte a la que es dirigido el denuesto o maldad o crítica u ofensa, “les resbala” o, simplemente, no le hace mella porque está alejado de la verdad.
En política partidista, caso de la practicada por la militancia del gobierno y su partido el MAS, están las frases que pretenden insultar o lastimar a otros: acusaciones de toda laya, calificativos en todo sentido contra los Estados Unidos o contra cualquier otro país o entidad o institución internacional cuando lo que haya hecho o dicho no convence, no se entiende. Calificar de “imperialista”, “explotador de nuestras riquezas naturales”, “colonialistas”, “componentes de la derecha”, “liberales” o “neoliberales”, “rosqueros”, etc., etc. en la mayor parte de los casos caen por sí mismas y si pretenden ser denigrantes, ofensivas o hirientes, sus efectos pueden caer sobre quienes profieren esos términos o acusaciones.
¿Qué saca o logra el gobierno del MAS calificando como “capitalista” o “imperialista” a los Estados Unidos cuando el mismo régimen ejerce el capitalismo como procedimiento económico en su gobierno? ¿De qué “imperialismo” califica si él, como gobierno, está, prácticamente entregado al “imperialismo chino”? ¿De qué neo-liberal acusa a otros si él, en la mayor parte de sus políticas es también neoliberal?
¿De qué “mentiras” se acusa a los periodistas y medios de comunicación si éstos recogen información del gobierno y su partido y los publican y hasta analizan? ¿Es que habría que pensar que lo que hace o dice el régimen de gobierno no es cierto, está impregnado de mentiras? ¿Mienten los medios del gobierno y su partido -prensa, radios y canales de televisión- que publican todo lo que dice y hace el régimen? ¿De qué hay jactancia de “ser mejores que Suiza” cuando estamos a años luz de ese país? ¿De qué ignorancia de nuestras realidades calificamos a otros países y criticamos sus niveles de educación cuando nosotros no estamos a la altura de ellos en educación y salud y carecemos hasta de lo más elemental en hospitales? ¿Cuál es el grado educativo en nuestro país y criticamos lo que hacen EEUU y países europeos que, en muchos aspectos están muy por delante nuestro?
¿A qué queremos llegar con las violaciones a la Constitución con tal de eternizarse en el poder? ¿De qué dominio del dinero hablamos de otros países cuando en nuestro país se gasta en obras que no tienen mayor importancia y se desvía a edificios que nadie los precisa? ¿Por qué no se destinan presupuestos para conseguir condiciones óptimas de salud o para mejorar la educación que, en muchos aspectos es totalmente incipiente? ¿Para qué aviones y automóviles de lujo que benefician a una sola persona y en cambio se deja que la extrema pobreza ataque a casi la mayoría de la población? ¿Quiénes son culpables de que haya aumentos irracionales en cultivos de coca, que sirve para fabricar más droga? ¿Cuáles son los culpables para el crecimiento del narcotráfico? ¿Y qué decir del imperio de la corrupción y del contrabando?
En fin, si se tratara de hacer preguntas que en su mayoría no tendrían respuesta porque no conviene a intereses y conveniencias creados, nunca se terminaría una lista muy larga. Lo que cuenta es que no se deben cargar las propias culpas o, si se quiere, los propios pecados, a otros porque ¿qué culpa tienen esos “otros” de nuestro atraso, pobreza y subdesarrollo? ¿Ellos nos dijeron que no nos valgamos por nosotros mismos? ¿Tenían, tal vez, que dejar de estudiar, perfeccionarse, trabajar, producir y prosperar para que no resulten “mal ejemplo” para los países pobres? ¿Qué culpa tienen los países que han conseguido altos índices de desarrollo y progreso merced a sus propios esfuerzos, estudios, dedicación y ansias de vivir mejor, progresar y llegar a cimas que estamos muy lejos de alcanzar porque parece que nos gusta la sima para permanecer postrados? ¿Por qué la inquina de culpar de todo a los Estados Unidos, a la Unión Europea, a países que llegaron a la cumbre del progreso económico? ¿Cómo se han desarrollado y alcanzado lo que hoy disfrutan? ¿Por qué nosotros no?
No podemos seguir en la sima del atraso y la pobreza; no debemos seguir siendo víctimas de los complejos y los fantasmas de “ser los mejores, los más adelantados, los que tenemos más crecimiento”, cuando sabemos, en conciencia, que estamos muy lejos de todo ello. Sería tiempo de ver realidades, de hacernos cargo de nuestra situación. No podemos ni debemos creer más en fantasías ni hacernos ilusiones al calor de la demagogia y el populismo o de políticas del Siglo XXI que fueron un fracaso.
Es tiempo en que gobernantes y gobernados actuemos conforme a lo que somos y tenemos y, si queremos subir, progresar, ser mejores, estudiar, trabajar, hacer que nuestra juventud viva realidades y no sea engañada con falsas premisas o ideologías que ya pasaron de moda y que ni siquiera ya tienen cabida en la historia.
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