La macroeconomía en declinación

Afirmaciones tajantes y datos numéricos de algunas autoridades o analistas económicos que ofrecen paraísos terrenales, resultan negadas por la realidad, creando un estado de optimismo exagerado o bien una confusión generalizada con los más diversos efectos. Ese fenómeno es corriente en cuanto a noticias políticas y económicas, pero, en especial, de éstas últimas, a las que la población de a pie no tiene acceso por diversas causas.

La sociedad boliviana no está exenta de esa clase de problemas, en particular en lo referido al manejo de cifras relacionadas con la macroeconomía y la microeconomía, contradicciones que requieren la aclaración oportuna de las autoridades responsables. En efecto, a veces surgen informaciones oficiales muy halagadoras, pero el resultado final es que solo lo son en la forma y no en el contenido, lo cual conduce a conclusiones políticas equivocadas.

Las dudas son numerosas, pues mientras se habla de prosperidad económica, en realidad los datos objetivos revelan una actitud de verdadera preocupación. Se tiene, por ejemplo, que pese a indicadores oficiales, el PIB per cápita en Bolivia es el más bajo de América del Sur y por otro lado, la seguridad económica no se consolida, sino que está muy debilitada por el crecimiento exagerado del gasto público y no se vislumbra el dinamizar la economía. Es más, aparte de ese factor objetivo, se encuentra otro de tipo psicológico, que es el peor y que consiste en la falta de confianza en el sector privado que ha paralizado las inversiones internas y aún más, externas.

Por si fuera poco, el contrabando ha crecido de manera alarmante, a lo cual se suman otros dos grandes males: la pobreza de la población y la expansión del pequeño comercio o economía informal, que hace que Bolivia tenga una de las peores ubicaciones en el continente. En cuanto al desempleo, se destaca que subió varios puntos desde hace tres años.

Otro aspecto. Continúan el ritmo y velocidad del crecimiento de las exportaciones. Ni pensar en índices de los años 2006-10 cuando se “dispararon” los precios de las materias primas, lo cual fue la causa exclusiva e innegable de la bonanza que existió en el país en el último decenio y que no volverá a producirse. A la par, hay que señalar el aumento de las importaciones, que es otro flagelo junto con el contrabando, datos que en conjunto dejan prever un negro porvenir. En relación con el contrabando, Bolivia pierde cerca de dos mil millones de dólares al año.

Le empresa privada no crece y de un total de unas 280.000 unidades empresariales, casi todas ellas poco menos que ficticias o están al borde de la quiebra, solo unas 250 a 300 son grandes, lo cual revela el atraso por el que atraviesa el país.

Esos datos permiten concluir que los indicadores de la macroeconomía boliviana se encuentran en plena declinación, a los que se suman los desastres por el clima, el cambiante panorama internacional, los problemas políticos internos y otros más.