Cuando el público pesa más que un jurado

No en vano el público masivo del mejor festival de la canción en Latinoamérica, como es Viña del Mar de Chile, es catalogado como “el monstruo”, porque irradia sabiduría popular y dentro de esta se halla la justicia, entre otras bondades, lejos del egoísmo humano e individual.

A decir verdad, después de la primera actuación de Los Vidaleros en la competencia folklórica con su caporal “La Reina” afloró en todos los bolivianos que seguimos la trasmisión televisiva, un sinsabor por el bajo puntaje (4.6), pero una profunda satisfacción al saber que es una evidencia que jamás se podrá mezclar la política con el arte, como lo demostrado por el jurado chileno Augusto Schuster.

Haya sido equivocación o falta de respeto de parte del artista de nacionalidad chilena que le puso calificación 1 a Bolivia, se notó que hubo en esta perspectiva un interés por agradar al público (que suponía), tenía aversión contra nuestra representación por el tema marítimo.

Pero qué equivocado estaba, porque fue el mismo “monstruo” que le dio la lección que en un evento tan bien organizado y de tanto prestigio, jamás pueden juntarse la política y el arte. A los bolivianos también nos dieron una gran lección de acercamiento y hermandad a través de nuestro rico folklore.