El miércoles pasado, al recordarse el segundo año del Referéndum del 21 de febrero de 2016, el pueblo boliviano, por lo menos en un 85%, ha expresado, una vez más, su vocación por la libertad y la vigencia de la democracia. Volcarse a las calles de las diferentes ciudades y pueblos del país, expresar su apoyo y vocación por los resultados del 21F, demostrar que se ha perdido el miedo a las represalias y conductas de matonaje de militantes del partido de gobierno y llegar a bloquear avenidas, plazas y calles ha sido una demostración de rechazo a la pretendida repostulación a la Presidencia de la República por parte de quien, desde el año 2006, ha repetido su permanencia en el poder.
Bloquear es, desde siempre, algo contrario al sentir y vocación de los bolivianos porque las experiencias pasadas han mostrado lo pernicioso y perjudicial que es el bloqueo, la supresión de la libertad para el libre tránsito y goce de los derechos por parte de la colectividad y que muchas veces tuvo que soportar este extremo que ha irrogado graves daños económicos y morales al país; pero lo ocurrido para expresar el apego a la libertad y a la democracia por parte de la ciudadanía del país el día miércoles 21, es algo que ha encontrado justificativo en el corazón y los sentimientos colectivos.
Contrariando los sentimientos expresados en diversas oportunidades en contra de paralizar toda actividad, el pueblo se volcó a las calles e hizo frente a las acciones de la Policía que mostró, una vez más, que cuando se trata de manifestaciones o extremos en que incurre el partido de gobierno o sus aliados, la institución policial ve con absoluta indiferencia los hechos y no reprime ni evita todo lo que se hace en contra de la colectividad; pero esta vez acudió muy presurosa a las ciudades para reprimir los bloqueos y en muchos casos se enfrentó a un pueblo que quería expresar sus sentimientos al grito de sus preferencias por las libertades y el derecho de todos los bolivianos a rechazar todo intento de repostulación a los primeros cargos de la República.
Gases y actos de prepotencia y fuerza menudearon a cargo de los efectivos policiales, hasta llegar al extremo de causar heridas a quienes asistían a sitios de concentración; en casos, no faltaron mujeres y jóvenes que sufrieron atropellos por la saña demostrada y que buscaba reprimir un derecho humano de defensa de la libertad. El gobierno y su partido, ante la contundencia de los sentimientos del pueblo lo minimizó todo y le restó importancia; ello, en todo caso, es prueba de que los bloqueos y expresiones a favor de la democracia y la libertad en todo el país fueron categóricos y la “descalificación” oficial es, justamente, reconocer la grandeza de lo sucedido.
La contundencia de los actos del 21 de febrero pasado es muestra de la vocación y sentimientos del pueblo, que despertó la reacción soez y malcriada de militantes del partido de gobierno que buscaron enfrentamientos a base de insultos y empellones contra los manifestantes. El pueblo, consciente de sus derechos, ganó nuevamente en defensa de su libertad.
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