Unos creían que la derecha política había sido exterminada y batían palmas. Otros, que no habían perdido la sindéresis, pensaban que ella levantaría cabeza, tarde o temprano.
En consecuencia, en los últimos tiempos representantes del poder económico se hicieron del gobierno, tanto en la región como más allá de sus fronteras. Lo hicieron por decisión popular expresada en las urnas electorales. Por lo visto, la ciudadanía se manifestó libremente, en una democracia con presencia multipartidaria, marcando nuevos rumbos, luego de la experiencia populista, tan debatida, ahora más que nunca.
La mentalidad empresarial tiende a regir los destinos de algunas naciones, unas con 300 millones de habitantes y otras con población entre 40 y 17 millones, en el norte y sur del continente americano.
En definitiva la era del populismo ha declinado. Por ello, ex guerrilleros, ex curas y otros que condujeron los destinos de ciertas naciones latinoamericanas pasaron a la historia, con logros y frustraciones. Ciertamente no hubo en la historia, salvo error u omisión, ni un gobierno que haya cosechado en su gestión solo éxitos y conquistas de tipo social, económico, político y cultural. Siempre hubo tropiezos en el camino.
Los pueblos son arquitectos de su destino, constructores de su futuro, y causantes de su desgracia. E inspirados en los hechos más trascendentales de ayer, evaluando el presente y analizando el futuro, cargado de incertidumbres, encararon proyectos duraderos, por el bien común.
Lo hicieron tomando en cuenta avances y retrocesos, firmezas y vacilaciones, alegrías y angustias, a fin de erigir hitos imperecederos en el trayecto de la humanidad. Y paradigmas en el sendero que conduce a un mundo con profundas políticas de salud y educación, con suficiente y consistente alimentación.
La fuerza de las armas contra la voluntad ciudadana ya no tiene sentido, ni cabida en la mentalidad democrática de los pueblos. De ahí que la toma de decisiones se estila ahora mediante sufragio universal, un modo de introducir cambios sin violentar la convivencia civilizada.
En este marco surgieron decisiones políticas en consulta con los intereses nacionales, con la realidad y la idiosincrasia de los pueblos. Fueron tomadas determinaciones, convenientes o no, oportunas o no, pensando en el momento y el futuro en particular.
En la elección de dignatarios de Estado asumieron responsabilidades individuos ricos y pobres, mayorías y minorías, partidos pequeños y grandes, y acataron los resultados respectivos en consonancia con las disposiciones legales. No importaba que de entre ellos surgiera como electo mandatario uno con billetera llena u otro con billetera vacía, porque se imponía la democracia. Y como hemos visto en el pasado reciente, en varios países los acaudalados han retomado las riendas del Poder.
En suma: la democracia se renueva y revitaliza con los resultados que arroja la participación multipartidaria en los escenarios electorales.
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