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[Luis Antezana]

Nuevos personajes políticos para una nueva realidad


La cambiante realidad social del pueblo boliviano es objeto de diversos criterios políticos y sociológicos, en particular en lo que se refiere a la declinación de antiguos personajes y agrupaciones partidarias. Al respecto, el semanario New York Times en castellano publica un artículo (Resistencia a un nuevo mandato de Morales. 3-II-18) sobre Bolivia y afirma que: “La pregunta es: ¿Si no es Evo (candidato presidencial), entonces, quién?”, dejando entrever que no existen otros candidatos para elecciones presidenciales.

Otro interrogante que se hace la población es que “para el caso de una situación crítica no hay quién tome el poder y arregle la situación”. Una encuesta (Mercados y Muestras) reveló que la intención de voto a favor de Evo Morales bajó del 31 al 22 por ciento, dato que, con otros, revelaría que en el país no surgió una capa de nuevos dirigentes políticos capaces de asumir funciones de Estado. Es más, la preferencia de los votantes sería por un personaje inexistente y este sería NINGUNO, o sea la población no tiene por quién votar.

Como resultado general de esas posiciones, la opinión pública muestra poca simpatía, tanto por la repostulación de Evo Morales como por la postulación de otros personajes. En efecto, la población se inclina con el 80 por ciento por el “candidato ninguno”, vale decir el pueblo tiene su propio candidato y su propia forma de resolver la cuestión del gobierno en un momento crucial.

Efectivamente, si la oposición rechaza a todos los candidatos, la opción “NINGUNO” revela una posición política que propone, para caso necesario, que la conducción de la nave del Estado se organice, como salida lógica y tradicional, en otra fórmula, o sea la formación de un Gobierno Provisional, Junta de Notables, Junta de Gobierno o algo parecido, como señala la teoría política.

Quedarían, en esa forma, eliminados todos los caducos candidatos oficiales y extraoficiales y nacería una Junta de Notables, formada por nuevos valores políticos, “salida” realizable, primero, por ser una necesidad histórica y, segundo, porque en el país surge una nueva promoción de valores políticos que desplaza a los tradicionales y obsoletos. Por tanto, ya se tendría resuelto el problema sobre quiénes se harían cargo del poder. Pero, además, es necesario subrayarlo, no se trataría de escoger a uno solo de esos nuevos candidatos, sino que, en caso necesario, los más notables formarían un equipo de gobierno, destinado a sacar al país de la crisis y encontrar un nuevo camino, que sería convocar de inmediato a una Constituyente que remonte el proceso histórico y encauce al país en el orden democrático. Una solución individual sería absurda o imposible, pues ese presunto pretendiente solo al aparecer en el balcón del Palacio sería derrocado por una silbatina.

Entre tanto, es oportuno recalcar que si bien, por un lado, los identificados antiguos jefes partidarios ya no cuentan al presente, ha nacido una nueva generación de valores políticos que ocupa la primera fila de las luchas diarias y refleja el pensamiento de la nueva realidad, cuyos nombres son conocidos. Se descarta, pues, decir que no existen nuevos valores que se hagan cargo de las riendas del país. Alguien dijo que cuando la historia no tiene a mano a los dirigentes, los inventa inmediatamente.

 
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