Con el telón de fondo categórico de que “jamás van a poder recuperar el poder” los opositores “herederos de las dictaduras”, esas palabras textuales del presidente Evo Morales, al intervenir en un acto público a pocas horas de la recordación del 21F, constituyen una declaración de carácter dictatorial, a la que siguió una serie de advertencias intimidatorias en vísperas de las muestras de rechazo de diversos sectores a su reelección indefinida, recordando otro aniversario del triunfo del No en el referendo del 21F de 2016.
La advertencia presidencial es un veto a todo recambio o alternancia en el Gobierno del país, aunque se dijo a continuación que la respalda “la fuerza del pueblo”. Esa expresión tajante refleja una psicología de poder absoluto e insustituible, de perpetuación indefinida en el poder. Es una sentencia anti democrática concluyente, que no es la primera vez que se la profiere. Y la prueba es el desconocimiento del resultado del 21 F, contrario a la reforma del artículo 168 de la Constitución, que admite la reelección solamente por 2 períodos continuos.
Estas muestras de perpetuación provocan un ambiente político nacional adverso, precisamente cuando todos, bolivianos y bolivianas, deberían estar unidos en torno a la demanda marítima planteada ante el Tribunal Internacional de La Haya. En esta circunstancia la bandera nacional más grande que se extenderá en la carretera La Paz-Oruro será sólo una ficción de unidad, en momentos en que los sectores por el Sí y por el No se presentan irreductibles.
Pero además este ámbito se vio ensombrecido por las advertencias intimidatorias previas a los actos de reivindicación del 21F. En primer lugar, como en regímenes policiacos el Ministro de Gobierno apuntó sin empacho que el 50% de los efectivos policiales (casi 20.000) vestirían de civil o de vecinos para vigilar los actos de protesta programados. Esta disposición claramente amedrentadora, sugiere una infiltración entre los manifestantes para actuar como provocadores de violencia a fin de atribuirla a los manifestantes, además de la delación e identificación de los participantes.
Asimismo, las marchas y concentraciones del MAS en coincidencia con las de los colectivos sociales en general, demostraban intencionalidades de enfrentamientos. A lo mismo responde el congreso de la COB paralela y divisionista organizada por el oficialismo para llevarla a cabo en Santa Cruz. Ni qué decir de la golpiza y expulsión violenta de quienes el día 20 de los corrientes se hacían oír en la plaza Murillo contra la reelección indefinida. Tal es el panorama intimidatorio que desatan los organismos del Gobierno.
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