Brasil
• El presidente Michel Temer determinó iniciar intervención militar en Rio de Janeiro
Río de Janeiro.- Cientos de personas protestaron ayer en las calles de Río de Janeiro por la ola de violencia que se ha desatado en esa ciudad, que ha llevado al Gobierno brasileño a ordenar una intervención federal en el área de seguridad.
La manifestación recorrió varias avenidas de Río de Janeiro y concluyó frente a la sede del gobierno local, donde se celebró un acto en el que se clamó por “paz”, “seguridad” y “justicia”.
Además, la protesta fue organizada por asociaciones de vecinos, que se quejaron por el aumento de la inseguridad, que llegó a extremos en las recientes fiestas del carnaval carioca, en las que el gobernador del estado de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezao, llegó a admitir que no tenía capacidad de enfrentar a la delincuencia.
INTERVENCIÓN
Tras esa declaración, el presidente Michel Temer determinó una intervención federal, una decisión que en la práctica deja en manos de las Fuerzas Armadas toda el área de seguridad en ese estado y, además, pone a los cuerpos de policía bajo órdenes militares.
Temer ha nombrado “interventor” al general Walter Souza Braga Netto, quien la próxima semana tiene previsto anunciar un plan de acción que actualmente discute con miembros de las Fuerzas Armadas.
El refuerzo militar en la seguridad ha sido casi una constante en Río de Janeiro desde 2013, cuando el Ejército fue empleado para garantizar el orden durante la Copa Confederaciones de la FIFA.
Luego, se repitió para el Mundial de fútbol de 2014 y durante los Juegos Olímpicos de Río’2016, y el año pasado el Gobierno de Temer desplegó 10.000 soldados en las calles de la ciudad, en un intento de controlar los índices de violencia que, pese a ello, siguieron aumentando y llegaron a niveles críticos en los últimos meses.
VIOLENCIA
El año pasado, esa ola de violencia desatada en medio de una seria crisis financiera en la administración regional de Río, causó 6.731 muertes, entre las que se cuentan las de más de 100 policías y diez niños, muchos alcanzados por las llamadas “balas perdidas”.
Además, el pasado sábado, otro niño, de diez años, perdió la vida víctima de un balazo en la cabeza en un incidente ocurrido en Cantagalo, una favela situada en lo alto de un cerro entre los turísticos barrios de Copacabana e Ipanema.
Aunque en principio se sospechó de una bala perdida, la Policía estableció que el niño murió por un disparo accidental, mientras jugaba con unos amigos con una pistola que les había sido «prestada» por un adolescente. (EFE)
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