Las mujeres en Bolivia están alcanzando cada vez mayor protagonismo en los asuntos públicos, lo cual merece reconocimiento y aplauso, con lo que están dejando de ser postergadas e inclusive desconocidas en sus valores cívicos.
El miércoles 21 han sido las mayores participantes en las movilizaciones efectuadas en las ciudades capitales del país, para que el oficialismo respete y haga cumplir el pronunciamiento del 21 de febrero de 2016, cuando por voto mayoritario se rechazó la pretensión de Evo Morales a una tercera reelección en las elecciones generales de 2019.
El recurso empleado ese día para exponer el rechazo público a tal repostulación fue el paro nacional de actividades dispuesto por las organizaciones cívicas, que se cumplió de manera impresionante, una veces con marchas y otras con bloqueos de las vías urbanas, con la finalidad de impedir que el oficialismo pretenda tomar las calles para decir que cuenta con el apoyo popular para un tercer mandato constitucional de Morales.
Como ese día era laboral, personalmente pretendí asistir a mi trabajo, en el horario acostumbrado de la tarde, pero me fue imposible. Al ver que a la altura de la calle 10 de Obrajes había minibuses dispuestos a prestar sus servicios, ocupé uno de ellos, pero a las pocas cuadras no se podía avanzar más.
Las vías urbanas estaban bloqueadas, pero lo notable era que una mayoría de las participantes en esas acciones eran mujeres de todas las edades, desde personas de edad avanzada hasta jóvenes quinceañeras.
De manera que no pudimos avanzar más que unas pocas cuadras, cuando nos encontramos con barreras de tal naturaleza, por lo que tuvimos que dar la vuelta y quedar frustrados en la intención de dirigirnos al centro de la ciudad. Los bloqueos eran masivos, pero sus participantes en mayoría ostensible eran mujeres de todas las edades.
Esta ha sido una experiencia única en mi prolongada actividad periodística. A lo largo de varias décadas estuve en diversidad de movilizaciones públicas, pero el miércoles pasado ha sido la primera en la que observé que la mayoría de participantes en el paro cívico eran mujeres. Algo más, se las veía dispuestas a sostener cualquier enfrentamiento. Como principal arma portaban banderas nacionales de todo tamaño, en varios casos se veía que las tenían envueltas en sus cuerpos.
Lo acontecido es una nueva emergencia que se presenta en Bolivia. Las mujeres han decidido ejercer su rol ciudadano con todas las ventajas y consecuencias que se presenten, con lo que se ponen a la par de los varones, aunque lo sucedido el miércoles 21 de febrero de 2018 marca una realidad distinta a la que ha vivido el país hasta el presente.
Muchos varones se han tornado indiferentes ante el acontecer nacional, prefieren estar dedicados a los deportes o a las novedades tecnológicas de la época. De manera que hasta podría decirse que no les importa la suerte del país.
En el pasado sucedía todo lo contrario, eran vigilantes de las libertades democráticas, inclusive luchaban por ella. La revolución del 21 de julio de 1946 tuvo como principales protagonistas a los estudiantes de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Para ello hasta asaltaron cuarteles y consiguieron armas con las que combatieron a las huestes militares y policiales que defendían al régimen del coronel Gualberto Villarroel. Como resultado, derrocaron a éste.
Muchos jóvenes de hoy andan pegados a sus celulares, sin importarles la suerte del país. El miércoles pasado ha sido decisión del rector Waldo Albarracín para que el edificio de la UMSA congregue en su entorno a los marchantes cívicos y que desde sus balcones se exponga y justifique las motivaciones del paro cívico.
Ojalá que ello les haga ver a los jóvenes de hoy que no todo son los libros y los celulares, sino que también hay que preocuparse por los destinos de la Patria, porque por lo que le suceda hoy, les corresponderá vivir la realidad que se imponga, pues todos los días están en juego sus perspectivas futuras, para bien o para mal, lo que depende del diario vivir de cada quien y de todos en conjunto.
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