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EMPRENDEDORES

Héroes vs líderes

Teo Barredo


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Estamos acostumbrados a pensar en los líderes al estilo tradicional, como los héroes que aparecen en las películas y los libros de aventuras. Seres carismáticos, independientes, voluntariosos, de fuerte carácter, destinados a llevar las riendas y ejercer control.

El desarrollo del liderazgo actual no admite esas actitudes. Un buen líder sabe que la fuerza de su liderazgo se genera en la relación personal y profesional con sus colaboradores, por su carácter y capacidad para ayudar a otros y no por el cargo que ocupe. Así, la esencia del liderazgo sólo se puede desarrollar por una cuidada práctica y un verdadero deseo de mejora. Para que la naturaleza del líder arraigue en el directivo es preciso absorberla, cuidarla vivirla intensamente y practicarla continuamente.

El héroe de ficción parece poder desdoblarse y estar en varios sitios a la vez salvando a todo el mundo de las desgracias en las que están metidos. Sin embargo, la empresa no quiere héroes, sino profesionales capaces que ayuden a crear una cultura que apoye el nacimiento de nuevos líderes.

EL LIDERAZGO SE GENERA EN LA RELACIÓN PERSONAL Y PROFESIONAL

Cuando la empresa se apoya excesivamente en la labor y en la fuerza de una sola persona, pierde flexibilidad y capacidad de reacción ante los cambios. Tanto la organización como los empleados tienen el derecho y la obligación de alcanzar sus propios objetivos. El papel del líder es aunar los esfuerzos de todos para impulsar la nave en una misma dirección. Ayudando a las personas de su entorno a trazar su propio camino y unirlo al de la empresa, el directivo amplía las oportunidades de éxito de la organización. El buen líder sabe que de los pequeños esfuerzos, el trabajo en equipo y la confianza pueden surgir grandes logros.

Fuera de la pantalla, el líder es capaz de mostrar visión de futuro, poner los recursos necesarios y motivar a otros para emprender la marcha. Sin embargo, al mismo tiempo que es capaz de guiar con valentía y determinación, también lo es de servir con humildad. El buen líder reconoce su necesidad de cambio, adaptación y mejora continua, de manera que identifica sus propios logros con el éxito de todo el equipo. Así, cultiva sus habilidades, pero no se aferra a ellas; procura su desarrollo al mismo tiempo que comparte lo que sabe; genera fidelidad y seguimiento sin necesidad de ejercer dominio.

EL MEJOR LÍDER ES EL QUE MENOS DIRIGE

Esta claridad y objetividad en la visión es lo que permite al directivo ejercer su liderazgo desde dentro hacia fuera, descubriendo lo útil de cada situación para proponer el mejor camino.

Mientras que el héroe de la película actúa en respuesta a los acontecimientos e intenta adaptarse, el directivo aprende a anticipar el argumento y crear futuro. Promover la estrategia adecuada requiere del líder la capacidad de comprender las competencias latentes que hay en los demás, creando un marco de entendimiento común entre la empresa y los empleados. Aumentando la creatividad, mejorando la comunicación y

motivando a la gente, el directivo ayuda a llenar los espacios vacíos entre las personas, dando elasticidad a la organización ante las crisis y reduciendo al mínimo los conflictos.

El buen líder no tira de las cosas y de las personas, sino que crea el marco en el que se desarrollen y crezcan, una estructura en la que se puede opinar y recibir sugerencias de forma abierta y sincera, trabajar en equipo para alcanzar objetivos comunes y mejorar para conseguir mayor rendimiento. No se centra en conseguir lo máximo de la gente, como hace el héroe en sus aventuras, sino lo mejor.

 
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